28 de abril de 2017
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La vida se trata de temporadas. Cuando estamos por entrar a la temporada de invierno, nos preparamos para la lluvia; cuando entramos a la temporada de vacaciones, nos preparamos para descansar, y así cada época avanza. Pero ahora, los tiempos cambiarán, serán tan cortos que estarás cosechando rápidamente; una vendimia no habrá terminado cuando el fruto ya estará listo para la siguiente[1]. A veces vienen épocas malas, como cuando decimos que llueve sobre mojado, pero hoy se abre época de bendición. Habrá tanta puerta abierta que no sabrás por cuál entrar; el problema no será que no tienes algo, sino que no sabrás qué hacer con todo lo que tendrás. ¡Ahora es el tiempo para pedir sabiduría para administrar todo lo que vendrá!
Temporadas, días y horas. Los seres humanos hablamos de tiempo. Nos preocupamos por el tiempo, buscamos aceleración, pero recordemos que todo tiene su momento[2]. No es lo mismo estar en una temporada a saber que te llegó la hora. Estás viviendo un tiempo, pero ahora te llega tu hora. Ha llegado la hora de la cosecha, de la bendición. Llega el día y la hora para nacer[3]. Has estado gestando proyectos, empresas, ministerios, y el Señor te dice que llegó la hora de que nazcan. Llegó la hora de que algunas situaciones mueran y que otras nazcan o resuciten. Debes estar atento para cosechar. ¡Llegó la temporada, el día que comiences a recoger frutos!
Dios no mide el tiempo de forma lineal[4], no ve el tiempo como lo vemos nosotros. Necesitamos respuestas en nuestro tiempo, pero Él se mueve en dimensiones diferentes. Un año puede ser un día y viceversa. El tiempo habita en Dios, no al revés. Es importante comprenderlo porque nos ayuda a dimensionar esta temporada que se está abriendo. Busquemos entender la percepción del tiempo de Dios para manejar nuestra ansiedad y desarrollar nuestra paciencia. Según nuestra percepción limitada, pensamos que Dios está tardando, pero no es así, porque para Él mil años son como un día, así que espera, aunque no comprendas, todo sucederá. Las promesas del Señor son así, no lo tengamos por tardanza. Tal vez nos desesperamos, y justo al dar el portazo dándonos por vencidos, puede ser que lo que esperamos entre por la otra puerta.
La resurrección de Lázaro es buen ejemplo de la dimensión del tiempo de Dios. Las hermanas esperaban un milagro de sanidad, pero Jesús sabía que el plan era un milagro de resurrección para que la gloria a Dios fuera indiscutible. Marta no lo comprendía, pensó que Él se había retrasado y cuestionó, pero ese evento era ideal para demostrar que Él era la resurrección y la vida. El plan de cosecha del Señor siempre será mejor que el nuestro. ¡Confiemos!
El tiempo es un misterio, no intentemos resolverlo[5]. Cuando le creemos al Señor, las cosas pueden suceder en un abrir y cerrar de ojos. La fe en el tiempo de Dios va en contra de la inteligencia natural que busca glorificar nuestro ego. Usemos nuestra mente espiritual para discernir los tiempos de Dios. Entreguémonos a Su servicio sin condiciones, sin contratos, sin límites de tiempo, y sin ninguna duda, comprenderemos Su dimensión de las épocas de cosecha. Él es justo para darnos mucho más de lo que comprendemos y pedimos. En Casa de Dios, todo lo que vemos se ha hecho en 19 años, parece largo, pero realmente es corto, porque Dios ha sido extremadamente bueno y seguirá siéndolo eternamente.
En el milagro de la pesca, vemos valiosos detalles[6]. Jesús predicaba, sin embargo, Pedro y los otros pescadores se habían dedicado a su trabajo, no a escuchar Palabra. ¿Te suena familiar? ¿Tu ansiedad por dar frutos financieros y provisión te han alejado de buscar al Señor? Entonces, Jesús da instrucciones que Simón cuestiona porque era pescador y había estado esforzándose toda la noche. Seguro no iba muy bien la economía y tenía que producir para la familia, pero su esfuerzo no dio fruto. Si eres de los que no escuchan Palabra porque estás trabajando, te digo que se te irá el afán y vendrán los peces cuando des al Señor el primer lugar en tu tiempo. No importa cuánto trabajes, primero es la Palabra y después la bendición. Primero es la Palabra y después son las ventas. De tus ventas no sale Palabra de Dios, pero de la Palabra sí pueden salir las ventas. Dios te bendecirá, pero debes darle prioridad. Ellos estaban en temporada de pesca, sin embargo, no había llegado su hora. ¡Espera tu hora, porque pescarás en abundancia! Llega la hora de que se revienten esas redes por tantos peces. Te llegó la hora como le llegó a Moisés, a Josué, a todos. Busca primero Su reino y Su justicia, entonces, todo será añadido. Pedro logró en un minuto, lo que no había logrado en toda la noche con sus propias fuerzas. Todo sucede en el tiempo del Señor. Si obedeces, verás maravillas. Lo mejor es atender Su Palabra y obedecerla. Lo demás, sucederá en el tiempo correcto.
Hay épocas y temporadas. Sansón terminó en prisión al descubrir el secreto de su unción a Dalila. Fue el hombre más fuerte del mundo, pero en su mejor temporada no logró hacer para Dios lo que hizo en su peor época, cuando humanamente estaba derrotado[7]. La temporada es una cosa, pero el día es algo diferente. Sansón tuvo su mejor día en su peor temporada, cuando estaba a merced del enemigo, cuando era el hazmerreír del rey, luego de ser un campeón, admirado, de hacer lo que quería y como quería. En esa mala temporada, vivió el mejor día para el Señor. En tu peor temporada, Dios puede darte el mejor día de tu vida. En la peor temporada de tu ministerio, el Señor te dará el mejor día de cosecha. Lo mismo en tu empresa, en tu iglesia. Los ojos de Sansón no lo vieron, porque se los sacaron, pero el Espíritu Santo lo dejó escrito porque de esa forma se manifiesta la gloria del Señor. Para Jesús, la crucifixión parecía la peor temporada; fue traicionado, estaba desnudo, lastimado, humillado, pero fue Su mejor día, cuando cumplió Su ministerio y dio el paso definitivo para alcanzar Su victoria. Que un mal día no arruine tu temporada, y que una mala temporada no evite que te prepares para tu mejor día.
Siempre espera el buen día en tu temporada. Hoy se abrió la buena temporada, llegará el día y la hora. Si estás pasando por una mala temporada, te aseguro que llegó el buen día. En la peor temporada, siempre busca primero Su Palabra, luego lo demás. Aprendamos sobre prioridades. Sin Palabra de Dios, lo demás no funciona; sin Palabra no hay pesca, déjate enamorar por Dios. Si te interesa aprender por obtener buenos resultados, hazlo, luego verás que es a Dios a quien anhelarás. Él te ama y desea bendecirte. ¡Este es el año de las agradables sorpresas! Es el mejor año para tu vida, tu familia y tu ministerio. En la peor época de tu grupo, se convertirán muchos. Si Jesús pudo llenar una barca de peces, puedes llenar una casa de ovejas. Se va la angustia por las malas temporadas y viene el gozo por la expectativa del mejor día. ¡Es temporada de cosecha y el mejor día viene para ti! Di: “Me comprometo con Tu Palabra. Mi vida, mi familia, mi trabajo, llamado están comprometidos 100% con Tu Palabra. No me perderé ninguna Palabra, la tomaré y en la peor época, tendré mi mejor día”.
[1] Amos 9:13 PDT: Estas son palabras del SEÑOR: «Llegarán días en que no habrán terminado de cosechar, cuando ya estarán sembrando. No habrán terminado de pisar las uvas, cuando ya estarán sembrando. De los montes y colinas bajarán manantiales de vino.
[2] Eclesiastés 3:1-2: Todo tiene su momento; todo lo que sucede bajo el cielo ocurre de acuerdo a un plan. Hay un tiempo para nacer y otro para morir; un tiempo para plantar y otro para arrancar las plantas.
[3] Mateo 24:22: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. No te desesperes, no solo es la temporada, sino que llegó el día.
[4] 2 Pedro 3:8-9: Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
[5] 1 Corintios 15:51-53: He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
[6] Lucas 5:1-7: Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.
[7] Jueces 16:30: Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.
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