17 de enero de 2007
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Jeremías 50:17
Desde hace mucho tiempo, el pueblo de Israel ha sido atacado por todos. No ha sido sólo últimamente, sino que le ha caído de siempre.
Rebaño descarriado es Israel; leones lo dispersaron; el rey de Asiria lo devoró primero, Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshuesó después.
¿Cuántos se pueden imaginar al pueblo del Rey de reyes huyendo, siendo devorado y atacado? El pueblo de Dios como tal ha sido atacado desde siempre y eso viene para nosotros también. Dice la Palabra en 1 Pedro 5:8: Sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar.
El diablo hace que pensemos que es insignificante, para que nos confiemos. Para el congreso de jóvenes, Dios nos empezó a inspirar sobre el tema de las conquistas. Empezamos con la organización y El nos habló del Reino, de las conquistas, de conquistar cuatro áreas en nuestra vida. Uno de los escudos que había era de un león, porque Jesús es el León de Judá. Empezamos a hacer todo el diseño y armando el show con otro de los pastores, se nos ocurrió meter a un león. Ese día, me llamó y me dijo que estaban terminando de hacer la escenografía, que necesitaba que fuera; en eso, vi una caja que estaba tapada, era un león. Estaba enfrente de este animal y el otro pastor me dijo: “Mira el señorío, míralo a los ojos. Siente lo majestuoso que es ese animal”. En verdad, se siente algo por dentro, cada garra es enorme. Me acerqué al león y no sé qué señal le hizo al domador de leones, con la complicidad de las personas del sonido, habían puesto un micrófono ahí cerca, cuando el león rugió. Yo nunca había estado tan cerca de uno. Con esas bocinas que le pusieron, el sonido fue aún mayor; yo pegué un brinco, me quedé paralizado. Tenía que ver mil cosas del congreso ese día, pero me quede frío por doce horas. La imagen del león seguía en mi mente. Fue un impacto tan grande que hasta soñé con él. Me puse a investigar sobre los leones, y ese sonido sirve para paralizar. Eso me trajo a mí a pensar en el tiempo de David.
I Samuel 17:34
David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si le levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
David era un hombre de Dios que no era rey, era el más pequeño de su familia, se dedicaba a pastorear. Y me puse a pensar que yo también era pastor, y ustedes ovejas y que iba a venir un león que se los iba a tratar de comer. Estamos hablando de enfrentarse a una fiera. David no era el hombre pequeño que algunos piensan, dice que les echaba mano de la quijada a los leones, los agarraba y mataba. Si te pones a pensar en eso y te das cuenta que lo hacía con leones, es asombroso. David estaba lleno de valentía y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para cuidar a una de sus ovejitas. A mí me tocó el Señor en mi área y ahora te va a tocar en la tuya. Porque la Biblia dice que el diablo anda como león rugiente, y la estrategia de ese farsante es que te grita y paraliza. Tú escuchas a tu socio decir que no se puede; a tu papá diciendo que no vas a poder hacerlo. Y ¿qué haces? Piensa, yo me pongo a meditar en ese hombre que se paraba delante de un rey y decía: “A ese león y a ese oso lo mataba y este filisteo incircunciso será como ellos porque ha provocado al ejército del Dios viviente”.
Uno a veces cuando habla así parece falso. ¿Qué ejército del Dios viviente? Todos estaban paralizados, no se movían. “Denme un hombre que venga a pelear,” decía Goliat. Cuando uno es valiente, uno cree que hay ejércitos, se los imagina. Cuando iniciamos la iglesia, había poca gente; pero ahora somos más de 1,500 células de jóvenes. Piensa, analiza qué ejército del Dios viviente; ese hombre creía que podía hacerlo, que podía lograrlo. Se pararon personas delante de él y le rugieron. Saúl en I Samuel 17:33 dice: Dijo Saúl a David: no podrás ir tú contra aquel filisteo para pelear con él porque tú eres muchacho y hombre de guerra desde su juventud.
Veo a ese líder pararse delante de su oveja y rugirle: “No vas a poder, porque eres joven”, a pesar que él era un guerrero muy valiente desde su juventud. Ese hombre estaba equivocado.
¿Cuántas metas hemos tenido que no hemos logrado? El fracaso nos asusta, nos causa pánico. Nos hace pensar que somos hombres muertos. ¿Cuántas metas se ha puesto que no ha logrado? A uno le da miedo volver a creer. Hoy seguramente se está trazando metas nuevas y lo que Dios me dijo es: “Quítales el miedo, el temor a creer”. Dice en el verso 28: Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió con ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
Como quien dice: “Tú lo que quieres es volverte rico, salir adelante en todas las áreas de tu vida”. Si eres una joven soltera y ya se te pasó la edad de casarte, ¿quién te rugió “no vas a poder”?. Esas son las cosas que a uno lo paralizan, hacen que empresas enteras paren, que familias no sigan creyendo, no sigan confiando en Dios. ¿Quién te ha rugido a ti? ¿El mercado? ¿Tu competencia? ¿Tu jefe? Tú créele a Dios que lo hará.
¿Qué te ha parado? ¿Tu pasado? Ya fracasaste tres, cuatro veces. Ya dijiste: “es que hoy sí lo voy a lograr”, pero este año no dan ganas de creer ya. ¿Cuántas veces has dicho: “voy hacer esto” y no lo has logrado? No importa. Párate ahí y cree, la fe no avergüenza. La cobardía es algo que está basado en el temor a que te ocurra algo malo a ti, a que te expongas y la fe te hace vulnerable. El creer y que lo digas te pone en una posición en que no quieres estar, porque uno viene, se para y dice: “yo creo por tanto”. Y le hablas a tu esposa, y ella te dice: “Deja de estarlo diciendo, hasta pena me da”. Pero tú sigue diciéndolo y trabaja como que será hecho. Dios no quiere que sus hijos fallen. ¿Por qué fallamos? ¿Hemos hecho algo mal? Haya sido cuestión nuestra, del país; ese estado actual que tienes puede cambiar y sólo puede hacerlo si crees. A mí me gusta mucho leer Hebreos 11:33. Dice que por fe conquistaron reinos e hicieron justicia, alcanzaron promesas y taparon bocas de leones. Me pongo a pensar que conquistar reinos es difícil. Satanás no es inofensivo, mata. Mira la silla donde estás. ¿Sabes que en esa silla puede haber estado sentado alguien que ya no está aquí? Satanás es el padre de la mentira, se para y te habla mentiras. Te dice: “No puedes”. Y los pastores nos paramos aquí a decirte: “Tú puedes”.
El pastor un día lo dijo: “Venir a la iglesia es como gasolina para ustedes”. Aquí vienes a recibir Palabra, a creer que sí puedes. Cuando el diablo se te ponga enfrente, rúgele o dile: “Aquí viene el verdadero León de Judá y El te va a rugir a ti”. Hay algo que nos hace retroceder a nosotros en la vida, identifícalo. La situación del país está perfecta para que ande suelto aquel farsante que es el diablo, como león rugiente. Y tú todos los días lo que haces es agarrar las noticias impresas y salir ministrado por el devorador.
Hay que taparle la boca a eso. Cuando escuches esos rugidos, piensa que eso no te va a detener. Cuando yo era más joven, andaba en mi carro oyendo puras alabanzas, iba feliz, compartiendo la Palabra, andábamos fuera hasta tarde. Y cuando salíamos, encontrábamos un carro abierto, sin equipo de sonido. Yo, regularmente, cuando pasa algo malo, le hecho la culpa al diablo. Le dije al diablo: “Siete radios no quiero, uno quiero; pero sí te voy a arrancar seis almas”. Hace un tiempo, una de mis ovejas más activas estaba en su casa cuando escuchó algunos ruidos, gente corriendo por todos lados, entró un ladrón; ella era la única líder de la casa, cinco personas más estaban ahí, pero a la única que le dieron un balazo fue a ella y murió. Yo me puse a pensar: “Dios mío, tu hija sirviendo, trabajando para ti, ahí quedo”. Ella ni se imagina lo que hizo en mi corazón, y lo que Dios me ministró, pero agarré una fuerza por dentro, así como mi equipo de trabajo después de eso, que el diablo está arrepentido de lo que hizo. Primero, porque sabe que Dios la tomó y la llevó a su presencia, le dio coronas, y segundo, porque así nos hizo más fuertes.
Vas a iniciar un año, pero desde el 20 de diciembre, no quieres hacer nada; eso está mal. ¿Qué metas tienes? Cuando uno ha fallado, no dan ganas de volvérselo a proponer porque se vuelve a frustrar. Hoy estaba con un joven que me dijo: “Dios me ha bendecido grandemente, pero tengo pequeñas fallas. Me siento como un vehículo que se le arruinó la lucita para ver adentro del carro”. Sé que eso es insignificante, pero no te paralices por eso. No pienses que eres un fracasado porque esa lucita no funciona. ¿Qué áreas tienes paralizadas? ¿En dónde ya no pudiste ir más allá? Quiero que aprendas a verlo y a identificarlo. ¿Quiénes son los que viven alrededor de ti y te dicen: “No lo vas a lograr otra vez”? Párate y diles: “Sí puedo”. Al que cree todo le es posible. ¿Cuánto es todo? Todo.
Primer error que uno hace y es tentado en eso es decir: “Yo no me voy a poner metas”. En tu vida, ¿qué te gobierna? ¿El afán por no conocer su futuro o la fe? Hoy vamos a hacer que la cobardía se vaya de tu vida.
Versículo 7-10
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio, por lo cual te aconsejo que avives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos, por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.
Yo soy inmortal, creo en Jesús y mi espíritu nunca va a morir. No tengas miedo a morir, sé valiente. Un hombre llamado Daniel no tuvo miedo, a pesar de que todos se fueron en contra de él. El rey fue engañado, lo metieron con los leones y éstos no le hicieron daño. Tú sí puedes, hay un pensamiento que hay que ministrar hoy; hay una cobardía dentro de ti que no debes temer sacarla. Delante de Dios se desnuda uno, no delante del diablo. Al Señor se le dice: “Aquí está mi área de miedo; quedarme soltero me da miedo, perder mi trabajo me da miedo”.
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