23 de abril de 2016
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En el libro de Jueces, leemos una historia sobre los árboles que buscaban rey. A cada tipo de árbol le preguntaban, pero ninguno quería porque se negaban a dejar de ofrecer sus frutos a su Señor. Esta fábula es figura del mundo buscando un líder. A veces, sucede que deseamos mejores posiciones, ministerios y llamados, pero la pregunta es si los demás pueden identificarnos por el fruto que producimos, así como la higuera o la vid se reconocen porque ofrecen higos y uvas. ¿Te pedirían ser líder porque es posible evaluarte por tus frutos? Además, ¿podrías darte el lujo de negarte a ser rey porque tu prioridad es ofrecer frutos a tu Señor? Nada se compara con dar nuestro fruto a Dios. No te vayas a reinar entre los árboles, cuando puedes trabajar para Dios, quien retribuye con abundancia.
Nuestra primera responsabilidad es con Dios, quien nos enseña a enfrentar un proceso para dar fruto. El aceite, el vino y el mosto son productos procesados a partir de los frutos que se obtienen. Ese proceso implica machacar, exprimir y cortar los frutos, es decir que se debe morir a la primera naturaleza con tal de ofrecer un producto refinado. Para hacer vino hay que macerar la uva, para hacer aceite hay que machacar la aceituna. Mucho del fruto agradable a Dios proviene de un proceso desagradable, pero necesario. Imaginemos que el higo pudiera expresarse, estoy seguro de que no se tiraría a la olla sonriendo, la naranja no disfruta ser exprimida, ¿no te parece? Debemos dejar que se aprovechen de nosotros, que nos saquen el jugo para servir al Señor. Levanta tus manos y di: “Prefiero ser exprimido por ser útil a mi comodidad inútil”.
Ahora la industria, el comercio, la agricultura se ha diversificado mucho, pero antes, la agricultura era la principal actividad, por eso, muchas de los ejemplos son agrícolas. Dios le habla a Su pueblo con ejemplos que tienen que ver con actividades productivas para que comprendieran. Y ahora te profetizo que los tiempos se acortarán. No terminarás de sembrar cuando ya estés cosechando la anterior siembra en tu vida[1].
Jesús enseñó a través de parábolas, pero también es muy objetivo y claro, por eso, dijo: “Hago la voluntad de mi Padre. Trabajo en Su obra”. Si quieres nuevas fuerzas, debes acabarte las que ya tienes, porque la Palabra dice que Dios da nuevas fuerzas a los que no tienen ninguna. Debes conectarte a Jesús, nuestra mejor fuente de energía, y hacer Su obra. Puedes estar cansado, pero tu cansancio se supera con una actitud de ganador.
El tiempo se está acortando. Lo que pensabas que te tomaría años, te tomará meses; lo que te tomaría meses, te tomará días. Dios siempre sorprende a quien lo está esperando. Cuando Jesús dijo que vieran los campos donde ya estaba lista la cosecha, creo que hizo un milagro para demostrarles que la Palabra era cierta y que los tiempos se acortaban para producir frutos[2].
La Palabra también dice que viene salario para quienes trabajan en la cosecha, así que el Señor paga a quienes recogen el fruto de la siembre. Siempre debes ser alguien que va por más; si otros no quieren cosechar, hazlo tú, porque recibirás la paga que le correspondía al otro. Dios es objetivo y da instrucciones muy claras.
En la parábola de los talentos, vemos que la promesa para los trabajadores fieles y productivos es de unirse a la fiesta del patrón, del jefe. Todos queremos el gozo del Señor que es nuestra fuerza, pero ese gozo solo está destinado para los productivos. Ser productivos, genera gozo[3]. Y ser productivos en el reino del Señor, además de gozo, genera galardones, así que debemos esforzarnos, especialmente debemos ser naturales en la expresión de lo sobrenatural de Dios para que las personas nos escuchen y produzcamos abundante fruto. Si quieres ser buen líder y buen discípulo reconoce que el Señor siempre tiene la razón en sus consejos. El Señor tiene salario y bendición para quienes trabajan en Su mies. Yo fui pastor laico de jóvenes y Dios me daba salario, me bendecía. La Palabra dice que el que cuida la higuera comerá de su fruto. Dios no es injusto para olvidar la obra de ninguno de Sus hijos. Él recuerda lo que haces. Él sonríe al ver tu esfuerzo y te recompensa. Te dice: “Bien hecho, entra en el gozo de tu Señor”. Si te quejas, es como decir que te maldijo con Su llamado, pero si trabajas con ánimo, estás diciendo que te siente bendecido por Su llamado. ¡Dios es bueno!
Jesús y el Padre tienen clara Su identidad. Ellos son la Vid y el Labrador que anhelan mucho fruto de nosotros[4]. Y si es necesario, te podará con amor para que tu vida germine y se vuelva más fructífera. Se es discípulo cuando se lleva mucho fruto[5]. Por lo tanto, sin fruto, no eres discípulo, solo eres seguidor. En una universidad no permiten que se baje el promedio de 70-75, porque es garantía de que los profesionales graduados son buenos, lo mismo sucede con Jesús, ya que solo quienes dan mucho fruto pueden llamarse Sus discípulos. ¿Quieres entrar a la “escuela” de Cristo, quieres ser Su discípulo? Produce mucho fruto. Acércate a Él, escucha toda la Palabra que puedas y te aseguro que no volverá vacía. Esfuérzate para aprender y si te cuesta, esfuérzate más, hasta que llegues al nivel que Jesús pide.
Él nos ha elegido y espera que seamos productivos, pero no solo por vana satisfacción, sino porque desea que alcancemos recompensas, que recibamos todo lo que pidamos al Padre[6]. ¡Hay salario! No se trata de cobrarle, pero sí podemos orar fundamentados en Sus promesas. Nuestras oraciones serán respondidas si nos dedicamos a Su obra. Si sirves a Dios, ten por seguro que Él te dará justa paga, no andes buscando otros negocitos, muere a ti mismo y dedícate al Señor. Muere a tu carne, no busques engrandecerte en tus fuerzas, ya que Dios se encarga de todo, si tú te encargas de obedecer Su mandato. Cuando te dedicas a tu llamado, te aseguro que estarás tranquilo, feliz, realizado y satisfecho.
Ama a las ovejas de tu grupo, a quienes Dios te ha confiado. Si antes, en el mundo, dabas problemas, ¿cuál es la queja sobre esos discípulos que no dan tanto quehacer como tú? Si haciendo lo que hice, Dios me amó, ¿cómo no amaré a quienes me ha dado para cuidar? Sirve al Señor con todo tu corazón, que ni ángeles, ni principados, ni lo presente o lo por venir te separe del amor de tu Padre.
Cada año, traeremos más y mejor fruto, ¡prometámoslo! Si diste fruto, pide al Señor lo que quieras. Esa es la promesa, así que da un paso de fe, preséntale tus frutos y empieza a pedir lo que quieras para que Él supla de acuerdo a Sus riquezas para tu familia, tu salud, tu llamado y tu ministerio. El Señor escucha a Su pueblo, aquellos que trabajan para Su reino y los provee. Dile: “Padre, acudiré a ti con fruto, solo de ti esperaré la bendición, de nadie más. Declaro con fe que los tiempos se aceleran y recibiremos cosecha abundante”.
[1] Levítico 26:3-5 aconseja: Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra.
[2] Juan 4:34-36 enseña: Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
[3] Mateo 25:21 (PDT): Su patrón le dijo: “¡Muy bien hecho! Eres un buen siervo y digno de confianza. Como fuiste fiel con poca cantidad, te pondré a cargo de mucho. Ven y alégrate con tu patrón”.
[4] Juan 15:1-2 explica: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
[5] Juan 15:7-8 promete: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
[6] Juan 15:16 aclara: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
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