26 de abril de 2020
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Debemos creer en un nuevo normal desde la perspectiva bíblica. No hay adversidad que nos pueda vencer si tenemos como fundamento las promesas de Dios. Hablemos fe y veamos hacia adelante, eso nos traerá esperanza en todo tiempo.
Pablo había experimentado los extremos de la escasez y la abundancia. Se había convertido en una persona adaptable a las circunstancias.[1] Su capacidad de adaptación estaba fundamentada en creer que todo lo podía en Cristo, que lo fortalecía. Podemos atravesar toda clase de problemas si tenemos la certeza de que Jesús nos acompaña.
Hay quienes dan a entender que su relación con Dios depende del estado económico en el que se encuentran,[2] pero no podemos amenazar al Señor diciéndole que no vamos a estar bien con Él si no nos da lo que le pedimos porque es una insensatez.[3] Nuestra relación con Él no puede estar condicionada a ninguna circunstancia. Debemos amarlo y buscarlo por encima de las situaciones que atravesamos.
Para nuestro Padre no hay nada imposible, ese debe ser nuestro fundamento para construir un nuevo normal. Podemos ser probados por escasez o por abundancia, pero en ambos casos tenemos que aprender a confiar en que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.
Dios creó todo para que exista balance: luz y oscuridad, frío y calor, verano e invierno.[4] El Señor preparó al ser humano para que sea capaz de adaptarse a cualquier circunstancia. Él sabía los cambios que íbamos a experimentar, por eso nos dio el poder de adaptarnos a cada uno de ellos. La adversidad no impedirá que alcancemos Sus promesas. ¡Es tiempo de adaptarse y seguir adelante!
Abraham pasó de estar soltero a casado, de la escasez a la abundancia, de no poder tener hijos a ser padre de multitudes.[5] Nos vamos adaptando según el rol que nos toca vivir. Tenemos que adaptarnos alineados a nuestras convicciones. Si podemos mantener nuestra confianza en Dios estaremos seguros de que todo lo que venga será bueno para nosotros. Pensemos alineados a Su Palabra, esta es la única forma de vivir según Su voluntad. ¿Qué es lo primero que viene a tu mente en tiempo de crisis?
Si confiamos que el Señor está con nosotros, tendremos las fuerzas para adaptarnos a cualquier cambio. Si una oportunidad se cerró, ten por seguro que Dios ya abrió otra. El Señor nos bendecirá para que todo lo que emprendamos salga bien. ¡Es tiempo de nuevos emprendimientos! Si tenemos Su bendición y Su compañía podemos vivir confiados.[6]
Creamos que en este nuevo normal Dios seguirá proveyendo, cuidando y guiando a Sus hijos como lo ha hecho siempre. Esta temporada solo es de transición, es el camino para llevarnos a algo mejor. No existe circunstancia que pueda detener la bendición del Señor sobre nuestra vida.[7]
Si creemos que fue nuestra fuerza la que nos trajo la bendición en el pasado, vamos a experimentar el temor de nuestro presente y futuro en medio de los problemas. Si reconocemos que fue Dios quien nos bendijo, sabremos que será Él quien nos bendecirá sin importar la circunstancia. Podemos estar confiados de que vamos a un nuevo normal, pero con un mismo Dios.
[1] Filipenses 4:10-13: En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
[2] Proverbios 30:7-9: Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
[3] Proverbios 30:2-3: Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre. Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo.
[4] Génesis 8:22: Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.
[5] Génesis 12:1-3: Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
[6] Josué 1:5-9: Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
[7] Deuteronomio 8:11-18: Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
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