19 de septiembre de 2009
Tiempo de lectura: 5 minutos
Hemos aprendido sobre el poder que tiene la ley de la siembra y la cosecha. Todos debemos sembrar y trabajar para recoger los frutos. Después de depositar tu semilla debes regarla, fertilizarla y cuidarla de las plagas. En la Biblia se habla de plagas que arruinan la cosecha. Joel dice que el Señor restituiría lo que se había comido la oruga, el saltón y el revoltón; en Malaquías dice que reprendería al devorador de nuestra tierra.
Cosechar es bíblico. La resurrección fue una cosecha, así como lo es recibir a Jesús en nuestro corazón, el rapto y nosotros mismos lo somos. Dios a través de Sus profetas llama a la ofrenda una siembra que obtiene cosecha.
También hemos aprendido sobre la ofrenda y los diezmos que alimentan nuestras bendiciones. Ahora descubriremos el fundamento bíblico del poder que reside en la generosidad.
Diferencia entre diezmo y ofrenda
Malaquías 3:10 dice: Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Diezmar y ofrendar son dos acciones diferentes que se complementan. Dios promete darnos una bendición que sobreabundará como un diluvio. El diezmo provoca esa bendición que se derrama pero debes sembrar con tu ofrenda para poder aprovecharla. Así lo enseñó Malaquías, Joel, Ageo, Abraham, Isaac y Jacob. La clave para caminar bajo bendición está en el diezmo y la clave para la abundancia está en la ofrenda. Por lo tanto, debes ofrendar más de lo que diezmas porque eso es lo que Dios multiplicará. Cuando diezmas te garantizas bendición y cuando ofrendas te garantizas abundancia.
El mundo critica el diezmo y la ofrenda, más que al despilfarro en cosas mundanas como vicios y lujos, porque el poder de las tinieblas quiere negarte la bendición que implica. No te dejes influenciar por esas críticas ya que estás sembrando en la obra del Señor.
2da. de Corintios 9:5 relata: Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.
El apóstol Pablo envió una comitiva en avanzada para preparar la ofrenda porque era muy importante, de lo contrario no lo hubiera hecho. La ofrenda es vital, por eso hay que motivar la generosidad y no exigirla. Dios espera tu generosidad sin presiones así como tú esperas que tus hijos te den un beso por amor y no por obligación.
Pablo sabía que ofrendar representa un punto de adoración y vínculo de bendición. Dar a otra persona es un acto de bondad que la Biblia llama limosna, pero ofrendar y diezmar es un acto de honra al Señor. Dale a cada quien lo que le corresponde y no sustituyas o confundas la ayuda por la ofrenda.
Generosidad de corazón
2da. de Corintios 9:6-7 continúa: Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Pablo decía que cada uno da conforme a su corazón. La generosidad de Dios se determina por la generosidad de tu ofrenda. Motiva al Señor a darte en abundancia y no por obligación. Ofrenda según propusiste en tu corazón y con el deseo de honrar a Dios, no con tristeza o por necesidad. La ofrenda habla de tu bondad y es un reflejo de tu corazón.
Cuando David dio para el templo dijo que sabía que Dios estaba probando a los corazones. De tal manera amó Dios al mundo que dio a Su hijo amado. Dar es producto del amor y una prueba para el corazón.
Generosidad que desata el poder de Dios
2da. de Corintios 9:8 afirma: Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
Cuando Elías se enfrentó a los falsos profetas pidió que se abriera una zanja donde había que echar agua. Esto era difícil porque estaban en medio de una gran sequía y el agua era lo más valioso que tenía. El pueblo obedeció, entonces Elías dijo que el Dios verdadero sería el que hiciera bajar fuego que consumiera el agua y así fue. Si quieres experimentar el poder de Dios en tu vida económica debes ofrendar aquello que valores. La abundancia para todo tiempo y en todas las cosas depende de Él, siempre y cuando sembremos en su reino. Dar, sembrar y ofrendar son actos espirituales que motivan la abundancia del Señor. El enemigo no quiere que lo hagas porque desea evitar que el poder de Dios se manifieste.
La ofrenda es una siembra y traerá buena cosecha que podrás compartir con tus hermanos. Dios te prosperará para que hagas buenas obras que te den galardones y recompensas cuando llegues al cielo. Él quiere que tengas en abundancia porque con escasez no puedes bendecir a otros. Así que la abundancia buena y se origina de nuestra ofrenda. Con tus obras generosas le demuestras al Señor que mereces la abundancia que pueda darte.
Cosechar para tener más semilla
2da. de Corintios 9:10 continúa: Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia.
Cuando coseches no te olvides de guardar semilla para continuar con el proceso y volver a sembrar. Cada vez que recojas fruto, siembra de nuevo con ofrenda porque Dios continuará multiplicando tu sementera, de lo contrario en algún momento te quedarás sin nada. En los negocios es igual, de las utilidades debes dejar una parte para volver a invertir o ya no podrás hacer crecer tu empresa.
Cuida tu semilla, no la dejes morir. Nuestro Señor nos da un evangelio completo de milagros, bendiciones, abundancia y también de ofrendas generosas. Solamente sembrando podrás cosechar. La economía es la que prueba que todo lo tenemos en Cristo que nos fortalece.
En Filipenses 4:14 leemos: Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén
La promesa de abundancia fue sólo para la iglesia que participó con Pablo en el proceso de dar y recibir. En ese momento comprendían que los beneficiados eran ellos, no solamente el apóstol. Si quieres que tu pastor predique como Pablo también tiene derecho a vivir como él.
Si tienes miedo porque lo que ofrendas te hará falta, estás en el justo momento de disfrutar de la riqueza en gloria. Solamente quien participa de la ofrenda experimenta la abundancia. No tengas miedo de ofrendar. Confía, porque solo aquello que nos hace falta es lo que Dios promete sustituir en gloria con ingresos sobrenaturales. Él sabe que por fe y con amor espontáneo ofrecemos todo cuanto tenemos. Dale gracias por Su poder y misericordia. Convéncete que con tu ofrenda lograrás cosecha abundante que te permitirá bendecir a otros. Desata tu generosidad para la honra y gloria de Su nombre.
Temas relacionados:
Bendiciones | Fe | Promesas de Dios | Prosperidad | Relación con Dios
La memoria humana funciona estrechamente relacionada con recuerdos de mayor impacto emocional como la ira, el miedo, la paz, el gozo o la tristeza, entre otras. ¿Es posible seleccionar solo los buenos recuerdos en la vida? ¿Cómo funciona la memoria de Dios?
La libertad que da el Espíritu Santo con Su presencia te permite decidir, expresarte y vivir relacionado con tu Padre eterno por medio de la adoración y eso genera seguridad, confianza, energía espiritual y bendiciones milagrosas.
El exterior de las personas puede provocar una opinión errónea, pero un verdadero adorador sabe que Dios ve su corazón, aunque la gente vea tan solo su apariencia, porque las apariencias engañan.