24 de septiembre de 2024
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El beneficio de amarme tiene que ver con los mandamientos de la ley de Dios y su conexión con la respuesta de Jesús al joven que pregunta: ¿Cuál es el gran mandamiento de la ley de Dios? Jesús se lo explica, pero le agrega algo más: el segundo mandamiento es semejante al primero, ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’.[1]
En el contraste con el libro de Éxodo se observa que la ley de Dios se divide en dos grandes grupos de mandamientos, en donde la primera parte tiene que ver con tu relación con Dios y la segunda está relacionada con el prójimo.[2] Entonces, amar al prójimo está en estos cinco o seis mandamientos que preceden a los mandamientos de amar a Dios, en primer lugar, sobre todas las cosas.
El tema de guardar reposo como mandamiento establece el hecho de dedicar un día completo a Dios, aún descansando del trabajo diario, lo cual implica amarse a uno mismo, pues tiene que ver con amar a Dios y aprender a amarse a sí mismo al reposar, y luego cooperar para que otros también descansen, después de haber trabajo seis días.
Quien aprecia el descanso aprende a amarse a sí mismo, duerme bien, come bien y se recrea bien, entonces busca el descanso y bienestar de los demás. En consecuencia, los dos grupos de mandamientos tienen entre ellos el mandamiento que ilustra bien, que no puedo amar al prójimo, si no me amo a mí mismo.
Por consiguiente, amar al prójimo más que a ti mismo es un desfase y amarse así mismo olvidando al prójimo es un gran desbalance que es necesario corregir para no caer en el egoísmo de una vida narcisista. Sin embargo, tenemos que comprender que hay personas que les es fácil amar a los demás, les dan su tiempo, su dinero y se les facilita dar un regalo a los demás, pero son incapaces de darse tiempo y regalos a sí mismos.
Cuando una persona se queja que no lo aman es porque no ha aprendido a amarse así mismo. El respeto y la honra a los demás inicia con hacerlo a mi persona, entonces amo a Dios en primer lugar, luego me amo a mí mismo para poder amar a los demás.[3] En otras palabras, no quedes en deuda contigo mismo, ni por respeto, honra, tiempo y menos, por falta de amor.
La lección es clara, tienes un gran valor, pero debes apreciarlo en toda su plenitud, pues tu Padre celestial tiene cuidado de cada detalle en tu vida, así como lo hace con las aves y todo lo que ha creado.[4] No dice Dios tiene cuidado, dice que es tu papá quien te da un valor muy alto.
Las aves no se preocupan por lo que han de comer, pues su sistema no es de trabajar para comer, es depender de la provisión del creador. A veces creemos que no debemos de pedirle algo a nuestro Padre, porque pensamos que no lo merecemos, por el poco amor que nos tenemos, pero si hay fe para creerle como proveedor.[5]
El mismo Salomón que indicó que nadie se cuidaba mejor que él, fue puesto como alguien que todo lo que obtuvo, fue gracias a la provisión del Padre celestial.[6]
Jesús sabía lo que era su valor y lo declaraba, diciendo: ‘sin mí nada pueden hacer’, se reconoció a sí mismo para que aprendamos a entender nuestro propio valor. Y es el momento de comprender que el precio determina el valor tal como lo enseña el apóstol Pedro.[7]
Finalmente, si Dios dio a Jesús como rescate por nuestra vida, valemos la misma sangre que corría por sus venas, el precio fue alto y así es el valor que mereces tú mismo, no es un precio devaluado, es un valor que no se pierde por más maltratos que se hayan tenido en esta vida y esa sanidad es la que traerá el beneficio de amarte a ti mismo.
[1]Mateo 22:36-39 (RVR1960): Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
[2]Éxodo 20:1-10 (RV1960): Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
[3]Romanos 13:7-8 (RV1960): Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
[4]Mateo 6:26 (RV1960): Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
[5]Mateo 6:28-30 (RV1960): Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
[6]Eclesiastés 2:25 (RV1960): Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
[7]1 Pedro 1:18-19 (RV1960): sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
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