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La importancia del testimonio

28 de julio de 2007

Tiempo de lectura: 9 minutos

Hechos 1:8

 

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.

 

Las últimas palabras de Jesús fueron: “Recibiréis poder para ser mis testigos”. He estado hablando acerca de no avergonzarse del evangelio. Pero vivimos en un país que la gente que hace lo bueno se avergüenza y la que hace lo malo no. Recuerdo que me regalaron una pasta para Biblia color naranja fuerte. Yo iba el primer día a la Universidad con mi Biblia color naranja; si hubiera llevado una negra, hubiera pasado, pero naranja no. Entonces, ahí iba yo con mi Biblia, entrando a la universidad y la empecé a ocultar en un cuaderno. Recuerdo que pasé frente a la cafetería con pena que se burlarían de mí por la Biblia y cuando iba caminando, el Señor me dijo: “¿No crees que es la Biblia la que debería de avergonzarse de andar contigo? Entonces agarré mi Biblia mostrándola a todos. Dije: “No me voy avergonzar de su Palabra”. A veces a usted le da pena hablar de Jesús. ¿No cree que a Jesús le tendría que dar pena hablar de usted?

 

Cada vez que nos preguntan por algunos de ustedes que no han estado muy bien, nosotros damos testimonio de ustedes. ¿Sabía usted que Jesús se dedica a testificar y el diablo a acusar? Hoy le quiero mostrar el poder que usted tiene al testificar. Dice: “Recibirán poder de lo alto,” del cielo, la unción de Dios para testificar. Ahora, quiero preguntar acá ¿cuántas personas me podrían decir: “Mi vida ha sido transformada por Jesús”? ¿Cuántos de ustedes me pueden decir: “Yo puedo comprobar que recibí un milagro físico”? ¿Cuántos me pueden comprobar que han recibido un milagro financiero? ¿Cuántos han recibido un milagro familiar? ¿Cuántos han recibido un milagro de cadenas, de libertad de algún vicio?

 

Di: “Yo soy un testigo de Cristo”.

 

Cuando usted recibe departe de Dios un milagro, puede contárselo a alguien más: “Fíjate que a mí, Jesús me tocó, transformó mi corazón y Dios envía su poder para que usted testifique. El poder es la unción de Dios. ¿Cómo puedo recibir más unción? Testifique y la tendrá. Algunas personas oran, ayunan, no ven tele, no hablan con nadie, saben la Biblia de memoria y creen que así recibirán más unción; pero para recibirla, usted debe contar lo que Dios hizo en su vida. Hay tanto poder en eso que la gente recibe a Jesús por lo que ha hecho en usted. Yo me convertí al Señor por lo que Dios había hecho en mi novia. Ella se fue a un encuentro y regresó completamente distinta. Ella con uno o dos días de convertida me contaba todo lo que Jesús había hecho en su vida. Eso hizo que yo quisiera ir a uno también, y regresé cambiado. Cuando regresé a la Universidad, comencé a decirle a la gente lo que Jesús había hecho en mi vida. Aparecieron aquellos que tratan de engañarlo de regreso, que lo quieren desanimar. Me estaban debatiendo si era verdad o no. La gente dice: “Como dice la Biblia, ninguna hoja de un árbol se cae sin la voluntad de Dios” o “Ayúdate que yo te ayudaré”. Eso no está en la Biblia, pero la gente lo dice, porque suena bonito y las personas lo creen porque no la conocen. ¿Sabe qué le decía yo a la gente?  “Me podes decir que son exagerados, fanáticos, pero lo que no podes debatir es lo que Jesús hizo en mi vida. Me podes decir todo lo que querrás de la doctrina, pero lo que no podes negar es lo que paso en mi vida. Alguien me podría venir a decirme que la sanidad ya no sucede hoy, pero yo le puedo decir que yo tenía pie plano y ahora ya no, porque El me sano, es un hecho. Su testimonio nadie se lo puede quitar. Si tomabas, se drogaban, algunos duros, rencorosos, con deseos de morir, con un matrimonio destruido vinieron a los pies de Jesús, le podrán decir que son “aleluyas,” pero nadie le puede quitar que fue sano, prosperado, tiene paz, su familia está mejor. Por eso, usted no puede dejar de decir lo que Jesús hizo por usted. A la gente que lo ataca, lo que debe de hacer es testificar. Recuerdo que a la segunda semana, empecé a sentir dentro de mí cómo el diablo me quería engañar haciéndome creer que estaba mal, que me estaba metiendo a una secta y empecé a dudarlo. Pero pensé, me convencí a mí mismo de que si Dios estaba haciendo cosas lindas en mi vida, ¿cómo va a ser algo malo? Si tanto crees que estoy mal, porque aplaudo y levanto mis manos, lo mismo hacen muchos en el estadio.

 

Hacen eso por el equipo de Brasil, levantan las manos, gritan y ni brasileños son. Algunos hacen lo mismo porque ganó el Real Madrid. Pero, ¿usted sabe cuánto le importa usted o yo a ese equipo? Y ellos hablan que usted levanta las manos por Dios que dio la vida por usted. Por lo menos que el Real Madrid le hayan enviado una camiseta firmada, pero ni eso. Es más, si quiere acercarse a ellos, le cobran la entrada.

 

La gente admira a un jugador de fútbol que nunca lo va a conocer. En cambio, no admiran a Jesús que quiere entrar a su corazón. ¿Cómo va a ser malo leer la Biblia? ¿O ir el domingo a la iglesia, si lo que deja de hacer es estar recostado en su cama? Testifique lo que Dios ha hecho por usted. ¿Qué significa dar testimonio? Esta palabra tiene dos significados. Uno de ellos es probar que lo que dice es verdad. Y dos, un testimonio es un reconocimiento que una persona está bien. Por ejemplo, lo llaman y le dicen: “Tal persona está buscando trabajo y lo puso a usted como referencia”. Lo llaman y usted da referencias de ésta, entonces está testificando. Usted puede decirle a la gente: “Te cuento que Jesús es un sanador, y le muestra lo que El ha hecho por usted, le cuenta que sanó su corazón. O le dice: “Jesús es proveedor”. Y le dice que tenía deudas y ahora ya las pagó. Cuando usted testifica, está dando pruebas que lo que Dios dice es verdad. El mayor problema es que la gente no habla de lo bueno que le pasa, sino de lo malo.

 

Nos gusta hablar de lo malo de nosotros y de los demás. ¿Cuántos de ustedes alguna vez alguien ha dicho algo de ustedes que no es cierto? A veces somos víctimas de la gente. Dicen: “Mira ese presidente es un ladrón”. Hay que preguntarle: “¿Cómo lo sabes? ¿Te consta que él lo robó?” Y así, somos un país de “bolas”. Deje de hablar lo que le hablan mal de otros. Yo siempre trato de parar a la gente cuando me vienen a contar algo. Si cambiamos lo malo que oímos de alguien más y  escuchamos lo bueno, otra cosa sería. Si dejara de acusar y empezara a hablar lo bueno, su vida tendría un cambio de 180 grados. Santiago decía que esta lengua que usamos para bendecir a Dios también nos sirve para hablar de los demás”. No puede ser así, de una fuente no puede salir agua dulce y agua amarga. Debería hablar lo bueno y positivo.

 

Juan 4

 

Esta es la historia de la mujer samaritana. Jesús se sentó y le pidió agua de beber. Ella le dijo: “¿Por qué me pedís agua a mí que soy samaritana?” En medio de la conversación, el Señor le dijo: “Llama a tu esposo”. Ella dijo: “No tengo esposo”. El le dijo: “Bien has dicho, cinco maridos has tenido y el que tienes ahora no es tu marido”. Entonces, Jesús comenzó a testificarle y ella se fue. Verso 39: Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

 

Jesús era judío, la mujer era una samaritana. La rivalidad que había entre ellos era peor que la que hay entre rojos y cremas. O entre los judíos y árabes hoy. Entonces nadie quería aceptar a Jesús. El Señor sabía que ella había tenido cinco maridos. Esa mujer ¿cuánto cree que había sufrido en la vida? Cinco divorcios no pasan por casualidad. Seguramente, alguien se había aprovechado de ella o ella de los hombres. Pero ella fue y le dijo a los samaritanos que había encontrado a Jesús, y que le había dicho todo.

 

Ninguna mujer se sube al púlpito a decir que se ha casado cinco veces. No es un motivo de alegría, sino de vergüenza. Pero Jesús hizo algo tan grande en ella que lo que le daba vergüenza lo cambió en testimonio y una ciudad que era enemiga de los judíos, creyó en Jesús. Se lo voy a llevar a su vida hoy. En tu vida han pasado cosas, pero no has comprendido el poder de lo que Dios ha hecho en ti. Si tuvieras el valor de testificar lo que Jesús ha hecho en ti, verías el poder que eso produciría. Recuerdo cuando fuimos al primer encuentro, hace ocho años y medio. El joven cayó al suelo y empezó a gritar. Cuando se recuperó, me dijo: “Cuando era niño, fui a un campamento de boy scout, y en la noche el líder abusó de mí. Quedé tan traumado que llegué a pensar que era homosexual. Y para demostrarme que no lo era, me metí a karate, empecé a tener mujeres, pero hoy el Señor me ha hecho nuevo. Y a partir de hoy, le voy a decir a todos los jóvenes que han sido abusados, que Jesús puede cambiar todo. Ese hombre cambió lo que le avergonzaba en algo poderoso.

 

He conocido mujeres que han pasado por abusos o divorcios, los maridos los han dejado, las han engañado y dicen esto: “Quiero decirles que fue un proceso duro, pero en todo ese tiempo, Dios no me abandonó, porque Dios es marido de la que no tiene uno”. ¿Cuántas mujeres creen que son sanas al escuchar esa Palabra? O cuando escuchan a aquel hijo que dice: “A mí, mi Padre me abandonó, pero ahora han escuchado la Palabra que dice: “Si tu padre y madre te abandonaren, con todo yo te recogeré”. Las cosas que un día fueron lamento y lloro para ti, en ellas reside el poder de lo que eres capaz de decirle al mundo. ¿Crees que para mí fue fácil pararme y decirles a otras personas lo que Jesús ha hecho en mí? Pero cuando lo hice, el Señor empezó a trabajar en él. Hablaba con un líder la semana pasada y me decía que su esposa lo dejó; él un hombre íntegro, hizo todo lo posible. La mujer no quiere nada con nadie. El me decía: “¿Qué le voy a decir a los jóvenes?” Yo le dije: “Tienes un testimonio que aun cuando alguien te abandona, Dios te sostiene, él está contigo”. Junto a mi esposa, perdimos un bebé, fue algo muy fuerte para nosotros, pero en ese momento, le dimos gracias a Dios, llorando, tristes, no entendíamos lo que pasaba. Pero dijimos: “No entiendo lo que sucede, lo único que sé es que eres bueno y que todo saldrá bien y que un día voy a testificar que tú eres grandioso. Eso fue miércoles y el jueves yo tenía una reunión y ahí me paré y testifiqué que Dios ha sido bueno conmigo, que ha cambiado todo lo malo. Les dije que estaba seguro que llegaría el día en que ese lamento sería transformado en gozo. Ese domingo me tocó predicar en la iglesia y dije: “Dios me dijo que ese hijo era más dichoso que los que han visto la luz del día y no honran a sus padres”. Testifiqué frente a la iglesia que es más doloroso ver a los hijos que están perdidos en la tierra. Yo no deje de alabar a Dios ni un momento de mi vida, no me hice preguntas de nada, estoy seguro de algo, que si Dios esta en el trono, todo saldrá bien.

 

A los cuatro meses, el Señor habla a mi corazón. Estábamos con el pastor en una maratónica y me dijo: “Por cuanto no te entristeciste por la perdida de ese hijo, el próximo hijo que te nacerá te llenará de gozo y será un hombre que me sirva. Yo regresé a mi casa y le dije: “Mi amor, estás embaraza”. Le dije que se fuera a hacer los exámenes y estaba embarazada. A los cuatro meses le pueden decir ya el sexo del niño, pero yo no tenía necesidad de  hacer ese examen, pues Dios me dijo que era hombre. Fuimos donde el medico y confirmó lo que yo le había dicho yo a mi esposa. ¿Sabe qué es lo más característico de él? Todo el tiempo se está riendo, eso fue lo que dijo Dios que pasaría. En unos años lo va a ver predicando aquí, tal como El lo dijo.

 

Dios ha cambiado mi lamento en gozo. He aprendido de las cosas que he pasado en la vida, siempre son un testimonio que puedo usar para edificar a alguien. Por las cosas que he tenido que luchar, por las cuales he llorado. Yo testifico de las cosas que me van bien y de las que me van mal, porque en ambas está Dios. Una vez les dije a mis doce: “Estoy en reprensión”. Si usted testificara, usted entendería una escritura que está en Romanos 8:26: Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.  

Yo pude haberme apartado de Dios por lo que sucedió; a cambio de eso, ahora tengo un testimonio que edifica a otros. En su debilidad es que el poder de Dios se perfecciona, que la gracia de Dios opera; es en esos momentos que usted se ha avergonzado, es cuando ha pecado y cuenta que Jesús lo perdonó. Deje de contar lo malo, llévelo delante de Dios, El lo va a cambiar. Quiero que vea todas esas cosas que le pudieron haber causado vergüenza, dolor, tristeza, y quiero que le hable a eso como que fuera un acto de fe. Levante su voz y diga: “Todo va a salir bien”. En donde alguien hizo mal, Dios puede hacer algo bueno. El te va a dar Palabra. Donde hay enfermedad, viene sanidad, donde hubo abandono, hay aceptación; donde hubo pecado, perdón; donde hubo quiebra, hay prosperidad, donde hubo orgullo, ahora hay humildad, donde hubo tristeza, ahora hay alegría.

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