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Casa de Dios

Hay miel en el camino

Pastor Israel Chaparro

02 de diciembre de 2025

Tiempo de lectura: 6 minutos

En el escenario bíblico se encuentra la historia de Jonathan y su padre Saúl en medio del asedio del ejército filisteo. En una acción inesperada, Jonathan se adelanta para ir a la guarnición del enemigo.[1] Del mismo modo, Dios está levantando una generación que no solo está esperando que Dios haga algo por ellos, sino que tiene la iniciativa de fe para avanzar y ubicarse en el lugar de victoria.

La anticipación hace que otros avancen

Saúl esperaba en otro punto, sin moverse, pero su hijo estaba en movimiento y acción ofensiva. Jonathan no estaba esperando una señal de Dios; él la provocó y no esperó que las circunstancias cambiaran, mientras decía: «Me adelanto y que Dios me ayude». Hay gente que ora por puertas abiertas, pero nunca camina hacia ellas; piden el favor de Dios, pero todavía no tienen la fe para seguir y entrar por las puertas que Dios les mostrará.

Todos necesitamos adelantarnos hacia lo nuevo porque cuando uno lo hace, los demás avanzan y Dios da la victoria. Jonathan lleva a su fiel escudero que le animaba. ¡Qué mejor manera de adelantarse!

El enemigo de la fe es la claridad

Jonathan tuvo que abrazar la incertidumbre. El enemigo de la fe no es solamente el temor, es la claridad. Cuando tienes claridad, sabes lo que va a ocurrir y cuál será tu siguiente paso; no necesitas fe. Dios desarrolla nuestra fe en la incertidumbre, cuando nuestros ojos no ven lo que Dios nos prometió. Por eso, Dios le dijo a Abraham: “Sal de tu tierra, sal de tu casa, sal de tu parentela y vete a la tierra que yo te mostraré”.[2]

Imagínate, Abraham tuvo que explicarle a su esposa que había escuchado a Dios y debían salir de su tierra. Su esposa Sara tuvo que tener más fe porque Abraham escuchó a Dios. Pero esa mujer tuvo que creer que su marido era un hombre que estaba escuchando a Dios y que le estaba pidiendo hacer algo que no tenía sentido, que no tenía razón, pero ella confiaba en que era un hombre del Señor. Cuando Dios levanta un sacerdote en la casa y avanza, la familia entera progresa; la esposa lo apoya, los hijos también porque están escuchando la voz de Dios. Jonathan tuvo que abrazar por un momento la incertidumbre y lo hizo en fe, esperando el momento con una señal.[3]

Avanzar y caminar en los propósitos de Dios genera cansancio. Jesús nunca dijo que no íbamos a tener cansancio o problemas, pero sí prometió que iba a estar con nosotros en medio del problema y que renovaría las fuerzas aun al que no la tenía. Jonathan no escuchó la voz de maldición y sus ojos fueron aclarados.[4] 

Es imposible temerle más a la voz de un hombre que a la voz de Dios.  La voz de Dios es lo que nos da identidad, dirección y esperanza. Dios está trayendo miel en medio del camino para endulzar tu vida, tu corazón y para renovarte la fuerza.

Supera el cansancio

El pueblo estaba cansado, pero no podía disfrutar porque había sido víctima de un liderazgo con un enfoque errático. Saúl, al estar preocupado, transmitió su preocupación al pueblo y le puso una carga mayor de la que Dios estaba poniendo sobre sus hombros.  Por ello, nada de lo que un hombre pueda decir sobre nuestra vida es más poderoso que la Palabra que Dios ha declarado sobre ella. “Hay miel en tu camino” y Dios va a renovar tu fe y traerá mucho ánimo a tu vida.[5] Dios es miel a nuestro corazón y Su Palabra saca la amargura y endulza la vida.

La Palabra de Dios sana el quebranto del corazón porque es miel en nuestro camino. Hay gente que Dios está trayendo a tu vida para endulzar tu corazón. No rechaces la miel.[6]  Si tienes hambre y encuentras la miel, es tiempo de disfrutarla; Dios te renueva.  El cansancio no es una señal de derrota, es una evidencia de que estamos avanzando. Dios renueva nuestras fuerzas.[7] La promesa es que quien tiene hambre será saciado.

Que la miel sea tu alimento

La miel es la presencia del Señor. La presencia de Dios es el aire que respiramos y lo único que necesitas. Isaías dice que Dios multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. La ley de la multiplicación en la Biblia enseña que si traigo algo a Dios, lo multiplica. Como el joven que trajo los panes y los peces, disfrutó la multiplicación. La viuda trajo un poco de harina y una porción de aceite y Dios lo multiplicó. Cuando aquella madre viuda con sus hijos seguía trayendo vasijas vacías, Dios multiplicó el aceite.

Entonces, traer algo ante Dios, sin importar la cantidad que sea, implica que Dios lo multiplicará. No obstante, cuando se trata de nuestras fuerzas, Dios dice que multiplicará las del que no tiene ninguna. Entonces, el Dios que servimos puede multiplicar algo de la nada. El Dios que adoramos es quien puede renovarte.

La Biblia dice que Jonathan y el pueblo no se encontraron un panal de miel. Ellos comenzaron a caminar y la miel fluía al lado de ellos. La promesa es que Dios nos va a llevar a una tierra que fluye leche y miel. No podemos disculparnos por la bendición de Dios; tenemos que disfrutarla.

Hay miel en medio del camino 

A lo largo de toda la Biblia vemos que Dios premia el esfuerzo y el trabajo, pero que podemos disfrutar de nuestro trabajo. Necesitas comenzar a disfrutar más la vida, la familia, tu iglesia, el lugar donde naciste y donde Dios te plantó, porque hay miel en medio del camino. Recuerda que Dios va a renovar tus fuerzas, tu fe, el ánimo, la esperanza y te aclarará la perspectiva; Su miel te dará una nueva visión, la esperanza y el gozo en medio del camino.

Finalmente, ven a disfrutar de la miel que Dios está trayendo en ese lugar; disfruta de la presencia del Señor, pues es todo lo que necesitamos. “Señor, aquí estoy. Limpia mi corazón, sana mi espíritu, aclara mis ojos y que hoy pueda disfrutar de la miel que tú estás trayendo en medio del camino”.

Referencias

[1]1 Samuel14:1-10 (RVR1960): Aconteció un día, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre. Y Saúl se hallaba al extremo de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y la gente que estaba con él era como seiscientos hombres. Y Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote de Jehová en Silo, llevaba el efod; y no sabía el pueblo que Jonatán se hubiese ido. Y entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; el uno se llamaba Boses, y el otro Sene. Uno de los peñascos estaba situado al norte, hacia Micmas, y el otro al sur, hacia Gabaa. Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos. Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón; ve, pues aquí estoy contigo a tu voluntad.

[2]Génesis 12:1 (RVR1960): Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

[3]1 Samuel 14:9-10 (RVR1960): Dijo entonces Jonatán: Vamos a pasar a esos hombres, y nos mostraremos a ellos. Si nos dijeren así: Esperad hasta que lleguemos a vosotros, entonces nos estaremos en nuestro lugar, y no subiremos a ellos. Mas si nos dijeren así: Subid a nosotros, entonces subiremos, porque Jehová los ha entregado en nuestra mano; y esto nos será por señal.

[4]1 Samuel 14:24-31 (RVR1960): Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había juramentado al pueblo, diciendo: Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había probado pan. Y todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo. Entró, pues, el pueblo en el bosque, y he aquí que la miel corría; pero no hubo quien hiciera llegar su mano a su boca, porque el pueblo temía el juramento. Pero Jonatán no había oído cuando su padre había juramentado al pueblo, y alargó la punta de una vara que traía en su mano, y la mojó en un panal de miel, y llevó su mano a la boca; y fueron aclarados sus ojos. Entonces habló uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que tome hoy alimento. Y el pueblo desfallecía. Respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel. ¿Cuánto más si el pueblo hubiera comido libremente hoy del botín tomado de sus enemigos? ¿No se habría hecho ahora mayor estrago entre los filisteos? E hirieron aquel día a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón; pero el pueblo estaba muy cansado.

[5]Salmos 119:103 (RVR1960): ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.

[6]Proverbios 27:7 (NTV): El que tiene el estómago lleno rechaza la miel; pero al hambriento, hasta la comida amarga le sabe dulce.

[7]Salmos 81:16 (RVR1960): Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les saciaría.

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