26 de septiembre de 2015
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La importancia de creer
A través de la fe, activa la Palabra del Señor en tu vida y Sus promesas se cumplirán.
Las Escrituras son un conjunto de libros que reúnen los testimonios de personas que se relacionaron con Dios, por lo que al leer, recibimos revelación sobre el carácter y el corazón de nuestro Padre. A través de la historia de Abraham conocemos sobre la fe, a través de la historia de Moisés sabemos sobre el valor del servicio, y a través de Jesús descubrimos lo importante que somos para Dios porque buscó salvarnos dando lo más valioso, la vida de Su Hijo. Así que la Biblia es un libro sobre la fe. Una de esas historias es la de un padre que buscó la liberación de su hijo atormentado por un espíritu inmundo. Cuando Jesús se acercó al grupo donde estaba este papá, los discípulos y los fariseos, los encontró discutiendo, lo que me recuerda que a veces discutimos las Escrituras en lugar de creerlas, y eso no debería ocurrir, ya que si está escrito en la Palabra de Dios, así será. ¡Cree en Sus promesas!
¿Qué sucedió entonces con este padre y su hijo? Pues el hombre le pidió a Jesús que lo liberara porque lo había llevado con Sus discípulos, pero ellos no habían podido hacer la obra. En esa afirmación vemos dos problemas de fe, la de los discípulos y la del padre, quien después reconoció que le costaba creer, pero le pidió ayuda al Señor para que su fe se fortaleciera. Entonces, Jesús obró el milagro[1]. Muchas veces nosotros somos como ese padre que conoce al Señor, lo busca, sabe que puede bendecirnos, pero nos falta fe. ¿Cuánta Palabra sabemos y de verdad creemos? Si realmente estamos convencidos de que las promesas de Dios son ciertas, ¡no hay nada imposible para nosotros![2] Por lo tanto, comienza a vivir por fe, ya que la Palabra que de verdad creemos es la que funcionará para bendecir nuestra vida.
Pareciera que sabemos más de lo que creemos, porque siendo cristianos, escuchamos, leemos y aprendemos la Palabra de Dios, pero si no hacemos algo para que se cumpla, no demostramos que la creemos de verdad. El reino de Dios no funciona por lo que sabemos sino por lo que sabemos, creemos y ponemos en práctica. Al Señor le gusta nuestra sinceridad; si nuestra fe necesita ser fortalecida, pidamos que nos ayude a creer, y Él lo hará, porque insistentemente nos pide que le creamos, que no caminemos por vista sino por fe.
Cierta vez venía de vuelta de un viaje, y en el avión, a lo lejos, vi un hermoso espectáculo; era una tormenta eléctrica que se veía impresionante en medio de las nubes, pero a medida que el avión se aproximaba y entramos en ella, las cosas ya no eran tan bonitas. Al contrario, todos se asustaron porque la turbulencia nos zarandeaba como si la nave fuera de papel. En medio del caos, saqué valor para tranquilizar a los que me escucharan, pero la verdad, yo también estaba muy asustado. Con esa experiencia aprendí que incluso en medio de la peor angustia, nuestra fe nos sostiene. Además, reflexioné sobre el hecho de que los pilotos del avión realmente no avanzan por vista, sino que se dejan guiar por la ruta que les han trazado en tierra, porque ellos no pueden ver todo el panorama y el tráfico aéreo. Si al ver la tormenta, deciden desviarse sin permiso, la catástrofe está más cerca porque el riesgo de un choque es muy alto. Así que deben confiar en las instrucciones que reciben. ¡Eso es avanzar por fe! No debemos tomar decisiones fundamentados en la información que recibimos con nuestros sentidos, sino que debemos avanzar confiando en las promesas que el Señor nos ofrece en las Escrituras. Tus sentidos pueden decirte que la enfermedad es mortal, pero Jesús te dice que por Su llaga fuiste sanado. La fe es vital para nosotros porque incluso por fe recibimos la salvación, no por obras[3]. Es imposible auto salvarnos, porque solo Dios, por gracia, puede darnos ese regalo que no tiene precioso. Así que la fe es todo: activa la gracia redentora en nuestra vida y también activa el favor de Dios que abre puertas para que crezcamos, avancemos y recibamos bendición.
El capítulo de Hebreos 11 nos habla de lo importante es que activar la fe, ya que al leer todos los ejemplos que ofrece, vemos que el verbo creer siempre se acompaña de otro verbo de acción. En este capítulo vemos que Dios ha buscado gente que le crea y todo lo demás, lo hace Él. Por fe, Abel alcanzó buen testimonio, Abraham fue padre de una nación, Sara concibió[4], Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, por fe Noé preparó un arca y Moisés liberó a los israelitas[5], ¡la fe es acción! Se nace por fe, se vive, se camina, se pelea, se muere y se resucita por fe. Si de verdad crees en Dios y en Su Palabra, debes demostrarlo con obras. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios, por lo tanto, todo lo que hacemos por fe agrada al Señor. Usa tu fe para aguantar una crisis y también para salir de ella. Crece en fe, no te quedes con una que solo aguanta, sino que madura para obtener una medida de fe que te mueva a superar las dificultades y a lograr tus sueños. La Palabra de Dios es viva y eficaz[6] para realizar grandes proezas, no es una Palabra que te pide ser conformista, sino que te motiva a conquistar y vencer.
Fortalece tu fe para ser esa tierra fértil donde la Palabra de Dios produce abundante fruto porque no se deja abatir por los afanes de la vida que siempre ofrecerán mensajes negativos que podrían ahogar el mensaje del Señor[7]. Cuando te angustias por lo que comerás, vestirás y proveerás a tu familia, no tienes paz para enfocarte en aprender de la Palabra de Dios y crecer espiritualmente, así que lo primero es tener fe para convencernos de que nuestro Padre nos proveerá y bendecirá nuestro esfuerzo. No confíes en el dinero, en ese bien de intercambio del mundo, porque tus recursos provienen del dueño de todo cuanto existe.
La fe es la sustancia, la esencia de tu gozo y plenitud, es lo que extrae de la Palabra el contenido de tu bendición, sanidad, salvación y restauración. Cuando sabemos de la Palabra de Dios, tenemos la materia prima, el conocimiento, pero necesitamos activarla con la fe. Conéctate con las Escrituras al aprenderlas y activarlas a través de la fe que Dios te ha dado. Dile: “Padre, ayúdame a combinar la Palabra y la fe para recibir la bendición que deseas para mí”. Por fe, entrégale tu vida al Señor para que Su gracia te salve y te guíe durante cada etapa de tu vida.
[1] Marcos 9:14-24 dice: Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: !!Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
[2] Marcos 9:23 asegura: Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
[3] Efesios 2:8-10 enseña: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
[4] Hebreos 11:1-11 comparte: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
[5] Hebreos 11: 17-32 comparte: Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
[6] Hebreos 4:12 enseña: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
[7] Mateo 13:22 comparte: El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
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