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Madres divinas

Madres divinas

05 de mayo de 2019

Tiempo de lectura: 3 minutos

En las bodas de Caná, Jesús convirtió el agua en vino luego de que María se lo pidiera. A pesar de que Él dijo que aún no era su hora, ella ni siquiera le contestó (me la imagino haciéndole una mirada de “Si no haces lo que te digo, ¡vas a ver cuando regresemos a casa!”), así que, como cualquier otro hijo, tuvo que obedecer.[1] Es como cuando nuestra mamá nos pide desde la sala de la casa que vayamos por algo que está en su cuarto. Vamos a su cuarto, lo buscamos, no lo encontramos, regresamos con las manos vacías, decimos que no lo encontramos y ella nos dice: “Y si yo voy y lo encuentro, ¿qué te hago?”

Lo cierto es que debemos obedecer a nuestra madre porque ella siempre sabrá qué es lo mejor para sus hijos. Como sucedió con María y Jesús en aquella boda, nuestra mamá siempre verá nuestras capacidades sin importar en qué etapa de nuestra vida nos encontremos. Ellas tienen ojos para ver lo mejor en sus hijos, sus virtudes y fortalezas, pero también para identificar y corregir sus debilidades. Por si fuera poco, siempre saben cuándo es el tiempo justo.

Una madre sabe que una familia es fuerte gracias a todos sus integrantes, sin excluir a ninguno. La fortaleza de tu familia no está en quién seas tú, sino en quién es cada uno. Por eso Dios no solo forma personas, sino también familias: cuando se presentó a la humanidad lo hizo como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, o sea, como el Señor de una familia entera y no solo de uno de ellos.

Las mamás fomentan la fortaleza familiar y conocen de tiempos. Por eso Jesús, aun siendo hijo de Dios y el Mesías, supo que debía obedecer a su mamá, aunque pensara que aún no era momento de hacer un milagro. Seguramente nuestro Padre al escoger a María vio en ella suficiente capacidad para instruir y guiar el futuro de su Hijo. Nuestra mamá siempre sabrá qué es lo mejor para nosotros, ellas conocen el tiempo justo para cada uno de sus hijos.

Si tienes la fortuna de tener viva a tu mamá, escúchala. Como sucedió con María, Dios la capacitó para orientarte por el camino correcto y guiarte y para que puedas dar lo mejor de ti. Da gracias al Señor por tu mamá y bendícela todo el año para que se cumpla en ti la Palabra que promete larga vida a quienes honran a sus padres.


[1] Juan 2:1-10: Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.

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