En esta época de la pandemia mundial del COVID-19 necesitamos estar en constante oración. No subestimemos el poder que tienen las palabras de Dios en nuestra vida y confiemos en que, en el momento oportuno, cada una de las promesas que Él nos ha hecho se cumplirán.
MarÃa Magdalena, Salomé y MarÃa —la madre de Jacobo— fueron a visitar el lugar donde habÃan sepultado a Jesús. Entre ellas se preguntaban quién las ayudarÃa a remover la piedra que obstruÃa la entrada de la tumba, sin saber que en ese momento el poder de Dios se iba a manifestar a su favor.[1] El Señor mostrará su poder removiendo todo lo que obstruya el camino hacia nuestro propósito.
Hay mucha gente abandonando sus sueños por las circunstancias que están atravesando en estos momentos. Este no es un momento para renunciar, sino para usar nuestro mayor recurso: la fe. La resurrección es el fundamento de nuestra esperanza como cristianos. Todo aquello que parece muerto puede volver a la vida si lo creemos. Sus promesas siguen vigentes sin importar la temporada. ¡Es tiempo de creer!
Abraham creyó esperanza contra esperanza para ver el cumplimiento de su sueño y a pesar de todos los obstáculos, jamás dejó de creer. Mantuvo su fe y logró ver el cumplimiento de la promesa de Dios. ¿En dónde está puesta nuestra esperanza en este momento? La Palabra del Señor es el lugar más seguro para sostener nuestras convicciones. Todo pasará menos su Palabra.
HabÃa un propósito para la muerte de Lázaro, y era que el poder del Señor se manifestara. La adversidad solo es un escenario para ver la gloria de Dios.[2] La piedra de la tumba de Jesús la quitó un ángel y la de Lázaro la quitaron personas. Jesús no desató a Lázaro, le pidió a alguien más que lo hiciera. Hay acciones que Dios realiza, pero también hay otras que nos compete hacer a nosotros.[3] Aprovechemos cada oportunidad en la que el Señor nos permite realizar milagros junto a Él.
Marta sabÃa muchas cosas, pero necesitaba creer una sola. SabÃa que debÃamos pedirle a Dios y también conocÃa acerca de la resurrección de los muertos, pero ese conocimiento no iba a resucitar a su hermano Lázaro.[4] Lo que creemos constantemente dará más resultados que lo que sabemos. ¿Qué le estamos creyendo a Dios en esta temporada?
Los discÃpulos reconocÃan que faltaban cuatro meses para la cosecha, pero Jesús les dijo que ya estaba todo listo para la siega.[5] Él es capaz de anticipar los tiempos. En estos dÃas —en que recibimos tanta información que nos puede atemorizar— decidamos creer que Jesús puede acortar los tiempos y darnos una solución.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, pero nuestro afán por la vida la puede volver infructuosa.[6] Por eso debemos confiar que, si buscamos su reino, nuestro Padre nos añadirá todo. Entre más creemos, menos nos afanamos. ¡Demostremos nuestra confianza en Dios! Pidamos con fe y Él hará.
[1] Marcos 16:1-8: Cuando pasó el dÃa de reposo, MarÃa Magdalena, MarÃa la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el primer dÃa de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decÃan entre sÃ: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquÃ; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discÃpulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allà le veréis, como os dijo. Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les habÃa tomado temblor y espanto; ni decÃan nada a nadie, porque tenÃan miedo.
[2] Juan 11:42-44: Yo sabÃa que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que habÃa muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
[3] Juan 11:38-41: Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenÃa una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que habÃa muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro dÃas. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde habÃa sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oÃdo.
[4] Juan 11:21-25: Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquÃ, mi hermano no habrÃa muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el dÃa postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mÃ, aunque esté muerto, vivirá.
[5] Juan 4:35: ¿No decÃs vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquà os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
[6] Mateo 13:22-23: El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
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