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Regalos divinos

Regalos divinos

23 de diciembre de 2018

Tiempo de lectura: 4 minutos

Eso de dar y recibir es bonito, pero no es lo importante. Hay de todo en materia de regalos, pero no podemos comparar el cariño con las cosas materiales. ¿Ya pensaste en el amigo que se divorció y quedó solo o en una viuda que quedó sola con sus hijos? ¿Ya decidiste a quién recibirás en tu casa para compartirle? Esta es época de grandes oportunidades para compartir el amor de Dios: el mejor regalo que podemos dar.

Una vez mi esposa y yo íbamos a una cena y me dijo: “Mi amor, no llevo nada”, y yo le respondí: “Tranquila, no nos invitaron para que llevemos algo. ¿Acaso nosotros invitamos para que nos lleven algo?” Debemos aprender a disfrutar y reducir el estrés por ese tipo de situaciones. No te preocupes por el empaque o por la comida porque la felicidad de la vida está en la simplicidad. Cuando se trata de celebrar fechas, cualquiera es especial. Mi esposa y yo cumplimos aniversario de bodas en enero, pero no podemos celebrarlo en esa fecha, así que lo celebramos cuando podemos. De nada sirve añadir un estrés innecesario a nuestra vida.

Hay tiempo “de pesebre”, cuando no hay muchas opciones y debemos adaptarnos a situaciones inesperadas,[1] pero no hay que olvidar que solo es un proceso de adaptación: si está muy corta la colcha, encoge las piernas; si está larga, haz un capullo. Hay que aprender a vivir en escasez y en abundancia. La presencia de Dios no se mide por la calidad de bienes sino por la calidad de tu estado de ánimo, con o sin cosas materiales. La fuerza para seguir adelante te la da Jesús.

Imagina a María esperando el nacimiento del Hijo de Dios, sin un lugar en donde dar a luz. La duda pudo llegar a José: “Explícame, María, si es hijo del Creador que todo lo puede, ¿por qué no pudo reservarle un cuarto?” Incluso María pudo dudar en esa circunstancia cuando les dijeron que solo había un establo: “Vaya hijito de Dios naciendo en un establo”, pudo pensar; pero al final todo salió bien. Jamás dudemos de Dios, Él nos acompaña en cualquier situación. Mucha gente hubiera querido ver a Jesús para siempre en un pesebre, pero ahora lo vemos en su trono. La iglesia del Señor está para dar buenas noticias. Además, hoy sabemos que no cualquiera nace en un pesebre. El Rey de reyes fue un caso excepcional.[2]

En esta Navidad regala paz y buena voluntad. Que ese sea tu regalo a tus amigos, familia, compañeros de trabajo y hermanos en Cristo. ¡Nada de estrés! Que la paz reine en todos los hogares y que la iglesia no haga acepción de personas y ame a todos por igual.

El regalo del Padre es Jesús. Dios entregó a su Hijo para la salvación de la humanidad;[3] y el regalo del Hijo es el Espíritu Santo,[4] y El Espíritu Santo nos regaló dones, pero no nos dio los mismos a todos.[5] De igual forma, Dios le ha dado a cada ministerio de acuerdo con su tamaño, a cada uno de acuerdo con su llamado; no por eso está más en un lugar que en otro.

El mejor regalo que puedes dar a tu familia, a tu iglesia, a tu país y a Jesús eres tú mismo. No te avergüences porque Él te acepta como un regalo, así como eres, sin cambiar nada. En esta época el Señor desea darte muchos regalos, dones del Espíritu Santo y múltiples bendiciones para que puedas compartir. ¡Acéptalos y vive agradecido! Dile al Señor: “Gracias por los regalos divinos, por tu Hijo y por tu Espíritu Santo. ¡Eres el mejor regalo!” El Señor te traerá paz y buena voluntad. ¡Cree en Él y sé el mejor regalo que puedas ofrecer!


[1] Lucas 2:3-7: E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

[2] Lucas 2:8-14: Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

[3] Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

[4] Juan 20:22: Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

[5] 1 Corintios 12:7-11: Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

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