05 de diciembre de 2008
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I Pedro 2:20-25
Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
Tenemos un guardián de nuestras almas y es el Señor. ¿Cómo ser usado por Dios para sanar a alguien de sus enfermedades si en tu corazón albergas algo contra alguien? Imagínate que Dios te quiere usar para sanar a ese o esa persona contra quien tienes algo. Dios usa mentes saludables. No podemos hacer acepción de personas. No puedes decir que Dios te puede usar para sanar a un indígena, pero no a un ladino. ¿Cómo te va a usar para sanar enfermedades si tienes prejuicios contra homosexuales o lesbianas? Hubo un hombre en Tucla, le creyó a Dios y se estableció frente a los burdeles. El era constructor, maestro de obra, electricista, etc. En una ocasión, recibió una llamada de la dueña de un prostíbulo para que fuera a arreglar los focos. El llegó, se metió a los cuartos de las prostitutas y se encontró con una persona con sífilis, quien le dijo “necesito ser sana”. Tú no decides por la gente, tú sólo oras por ellos. Vino el hombre y puso la mano sobre la pierna con sífilis y se sanó la prostituta, y se convierte la dueña, y entonces se convierten todas las mujeres. Cerraron los prostíbulos y lo volvieron mercado. ¿Cómo Dios te va a usar si haces diferencia entre personas cuando se trata de llevar la bendición de Dios? Es muy difícil que Dios use para otorgar un milagro a las almas que no son saludables.
Dice que Jesús cuando lo ofendían, no respondía con ofensas. Te voy a decir lo que una ofensa busca: es dañarte el alma; es cuestión tuya dejártela dañar o no. Eleonora Roosevelt dijo: “Nadie te puede hacer sentir de menos sin tu consentimiento”. Si muchas cosas te ofenden, es porque tu alma es muy débil, no porque la ofensa estuvo muy fuerte, sino que aguantas poco. Con amargura en tu corazón, ¿cómo quieres ser usado para sanar a alguien? Dice la Biblia que cuando a El lo perseguían, no ofrecían vengarse. Cuando te vengas de alguien o estás albergando un deseo de vengarte, ¿cómo lo combinas con sanar a alguien? Hay gente que quiere ser usada, pero ellos mismos no han sometido su alma a la disciplina del Señor. Ningún cristiano tiene que tener algo en contra de alguien más. Si te quieres parecer a Jesús, tienes que aprender a perdonar. No creas que un alma que no alberga nada contra nadie, es la que no ha recibido nada malo de nadie; todo lo contrario, es que han sabido administrarlo. Se siente tan sabroso, poder levantar tus manos a Dios, diciendo: “Señor, úsame ahora”. Recuerdo un milagro de los que más me han impresionado en mi vida. Estaba yo en la iglesia de Bethania ministrando el poder de Dios, y de repente, vi una mujer con unos lentes tan grandes, que cuando la recibí, fue un impacto como que fuera su papá y por dentro, dije: “Señor, no me gusta verla así,” eso fue todo lo que dije. Y la ministramos. Y de repente, volteó y era la joven sin los anteojos viendo todo, yo me puse a llorar. Y dije: “Ahora entiendo, tú no quieres ver a la gente así”. No le gusta, somos su creación”.
¿Cuántos tienen vehiculo propio? ¿A quién le gusta verlo roto, sucio? Mucho menos a Dios le gusta ver mal a sus criaturas. La sanidad es un deseo de nuestro papá. La segunda cosa, es: ¿Cómo puedo ser usado por Dios si no me gusta la salud? No puedo creerle a Dios ser usado para sanar cáncer, cuando me alimento de tal forma que me esté provocando yo mismo una enfermedad. Quieres que se manifieste sanando, pero no te cuidas tu salud. Debes cuidar tu salud, si deseas que otros sean sanos.
Tercera cosa: Dios unge el cuerpo. La unción va por fuera, él no unge mentes, almas, sino cuerpos. El templo del Espíritu Santo es el cuerpo, éste se consagra a Dios.
¿Cómo lo hacía Jesús? Dice que ahora estamos bajo la protección de Jesús y el guardián de nuestras almas. Aquí dice que por su herida somos sanados.
Anteriormente al estar en una cruzada llegó un joven a un auditórium, estaba mal mentalmente y cuando llegó a la cruzada, me contó la mamá que no podía ni subirlo al bus, porque lo bajaban. Recuerdo que el Señor tocó a este joven. Cuando lo llevaron, estaba mal, pero al final de la cruzada, apareció testificando. Le puse el micrófono, y el dijo: “Soy sano”. Ya no pude seguir; salí llorando, gritando, templando, porque esa impresión es muy grande. O como la otra mujer que dice: “Mi manita estaba muerta”. Dios los va a usar para sanar personas que piensan, que sienten, que tienen deseos, necesidades. El no los va a usar para sanar números, sino personas. Hay momentos que no son para buena educación, porque estás sanando. El equipo que me acompaña en las cruzadas ha sido súper seleccionado. Porque cuando la unción está, es cuestión de vida o muerte, no puede aparecer alguien lleno de cosas. En ese momento, uno está peleando contra demonios y no falta quién sale con él “¿por qué no me toman en cuenta?”. El alma hay que guardarla, se tiene que entender cuál es el oficio de sanar enfermos. Estás peleando con la vida y la muerte de alguien, no a “la llevas”. No estamos jugando a eso, pero lo vas a ir comprendiendo conforme te metas a interceder y orar por los enfermos. Debo guardar mi fe de mis sentimientos.
Cuando estás en el mover de sanidad de enfermos, los sentimientos te pueden traicionar. Estaba enseñando y me llevaron un niño con hidrocefalia. Cuando me lo llevaron, fue tal el impacto que recibí, que lo único que supe hacer fue llorar. Y no se sanó nadie. Era tan brusco el golpe de ver al enfermo, que se me fue la fe. Cuando me fui a orar, el Señor me dijo: “Los enfermos no necesitan que llores con ellos, sino que ores por ellos”. Ese manejar tus sentimientos, ¿cómo haces? ¿Qué dice tu alma no bien ministrada? “Pobrecito o pobrecita”; él no necesita eso, sino ver en tus ojos un destello de fe y seguridad que Dios te va a usar para sanarle. Tienes que administrar tus sentimientos, que no ataquen tu fe. La fe es el mayor capital que tengo. La voy a cuidar, a proteger, aún de mí mismo. ¿Cuántos han vivido una escena como la que les acabo de contar? Se va la fe, uno tiene que administrarla. Cuando uno ora por alguien, la gente le quiere contar desde el día que empezó la enfermedad hasta el día de hoy. Yo le digo: “Mejor no me cuente más”. La fe es algo que hasta que no estás haciendo uso de ella constantemente no logras comprender cómo fluye, dónde se detiene. Yo administro la mía, pero hay gente que le cuenta tanto a uno, que al rato digo: “deplano no tiene solución”.
Cuando administres tu fe, administra la fe del otro también. No sólo los sentimientos tuyos afectan tu fe, sino los del enfermo también. Estaba yo en una cruzada de Benny Him. La noche anterior estaba yo orando y decía: “Señor, por favor, sánalos…” El interrumpió y me dijo: “¿Por qué me pides como que yo no quisiera sanarlos?”. Porque mi expresión era de un hombre que desconfiaba que Jesús lo fuera a sanar. Cuando entran a pedirle a Dios con una actitud totalmente contraria, ¿qué ocurre? Llega la persona llorando, que ni lo escucha. Yo les he tenido que llamar la atención, y decirles que me miren. ¿Por qué le pide a Dios como que si El no quisiera sanarlo? Mi esposa Sonia, que es una bendición de Dios, rara vez en la vida, no importa la hora que llegue de ministrar, me da de comer. Pero yo nunca he llegado con Sonia, lloriqueando: “haceme mi cena, por favor…” La pregunta es: “¿Por qué a Dios sí le piden así? Ustedes no le están pidiendo a Dios, sino se están desahogando. Cuando uno llega con Dios, llega ya por el milagro, no a desahogarse. Yo aprendí una de tanto ministrar la sanidad: No importa cuánto le duela a uno, a Jesús se le saca un milagro con una sonrisa en los labios y con fe. Él no se mueve por las necesidades de la gente, sino por la fe. Si fuera por necesidades, todos recibirían un milagro. A Dios lo mueve la fe, porque sin fe, es imposible agradar a Dios. Debo guardar mi fe y la fe de otros de los sentimientos.
Con eso que haga, usted va a ver milagros. Si quiere llorar, llore con un amigo; cuando lo haya hecho, oremos. Mientras el sentimiento le afecte tanto, usted no va a ser sano. Se recuerdan aquel pasaje donde Jesús va a sanar a una persona y vienen otros diciendo que ya no lo molesten y en ese momento, el Señor le dice: “Cree solamente, y le empieza a proteger la fe de las mismas palabras de los demás”. Otra más, dice la Palabra de Dios, que Jesús sanó a todos los enfermos, pero en Nazareth, dice que sanó a algunos. Tienes que creer que todos los enfermos van a ser sanos, pero debes ser considerado con aquellos que por alguna razón, no lo fueron. No interrogues ¿por qué? No sea que termines juzgando a otros. Jamás se condena a nadie por no ser sano.
Protege tu fe de tus sentimientos, ten un alma sana, créele siempre a Dios, no reflejes tristeza por la gente, sino fe. Que sepan que tú crees que van a ser sanos. Cuando empieza a ser usado por el Señor, tiene que tener cuidado con el orgullo o la falsa humildad. Cada vez que voy a ministrar, hay una voz que me dice: “Eres uno de mis príncipes, sal y cree”. Hasta que tú dices: “Yo soy la persona usada por Dios para sanidades y milagros”.
Hechos 10:38
Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Dios me unge, yo hago los bienes. El pone la unción, tú pones el trabajo. Tú no puedes sanar a los oprimidos del diablo y ser amigo de él. Tú vas a sanar a los oprimidos por el diablo; por lo tanto, tú no eres amigo en nada con el diablo. El es tu enemigo, es traidor por excelencia. Pero algunos mantienen amistad con el diablo, con las tinieblas y quieren que Dios ande con ellos. Si perteneces a Dios, no tienes amistad con el diablo. El no es tu opresor mientras creas que eres su enemigo y tú lo oprimes a él. Ustedes se han dado cuenta del tormento que Satanás les pone, pero no se han dado cuenta de cuántas veces ustedes lo han atormentado a él. Cuando voy a ministrar en todas las Noches de Gloria, yo hago esta oración: Gracias porque por tu herida somos sanados, y Satanás, no te vengo pidiendo nada, te vengo dando órdenes. A él no se le mandan aviso, solicitudes o anticipos, a ese se le sorprende y se le echa fuera. Al diablo no le pido nada, le doy órdenes.
Por último, Mateo 28 y Marcos 16, dice que impongamos las manos sobre los enfermos y ellos sanarán. La sanidad, es una orden. No es un ministerio. Yo le digo al Señor: “Estoy en un problema, ayúdame”. Tú me ordenaste sanar enfermos. No es un llamado, sino una orden. Sanar enfermos es una orden. Cuando empieces a respetar la orden, Dios te va a respaldar. Es más sencillo de lo que crees. Yo nunca sentí un llamado a sanar enfermos. Vayan a sanar enfermos, no me llamen a mí para ver si puedo ir al hospital. Dice que Jesús los envió, pero no fue con ellos. Cuando tú tengas la fe, se la transmitas, la persona va a decir: “Cuando tú ores por mí, voy a ser sano”. Usted está tan preocupado por su enfermedad que no es usado por Dios para sanar a otros. Yo tenía miopía y astigmatismo, pedí que oraran por mí, oré, de todo, pero me tuve que operar los ojos. ¿Quién estudia al Dios Creador del cielo y de la tierra? Mejor créale, va a caminar más rápido. ¿Sabe lo que se siente que el ciego de nacimiento vea? Yo me tuve que operar los ojos. Yo le di gracias a Dios, fue un milagro en otra vía. Dios no te va a usar hasta que no corras riesgos, tienes que corrértelos, impón manos; como decía al principio, todos los que oraba por ellos se sanaban.
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