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Actitudes correctas para hacer lo que pensamos

27 de febrero de 2010

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Muchas veces sucede que pensamos algo, le damos vueltas en nuestra cabeza pero al final no lo hacemos. Durante un viaje, vi la oportunidad para hacer un negocio y regresé con la idea de implementarlo, investigué, planifiqué y pensé mucho en ello pero nunca actué.  Lo fui dejando de lado hasta que un día me recordé de la idea cuando vi que alguien ya la había puesto en práctica.  No basta pensar, también hay que hacer.  Tal vez  ya viste a la jovencita que te gusta para tener una relación formal y casarte, pero si no actúas, puede ser que otro se te adelante, te coma el mandado y te deje sólo con el pensamiento.

Hacer las cosas  y poner en práctica las promesas que Dios nos ha dado requiere fe.  Todos tenemos prometida salud, prosperidad y bendición pero debemos trabajar por alcanzarlas. Si ya renovaste tu pensamiento,  si estás convencido de que verás milagros sobrenaturales, entonces ¡hay que hacerlo!  Dejamos de obtener porque no actuamos y la culpa es nuestra, no del Señor que ya te dio lo que le pides.  Buscamos cualquier escusa y culpables. Decimos que el diablo o el dinero nos limitan, pero es mentira.  Nada debe detenerte. La posición del diablo ante los hijos de Dios es debajo del zapato,  él no puede impedir lo que el Señor ha mandado.  Los recursos y el dinero tampoco son escusa para dejar de hacer. Las cosas materiales no son quienes te dan permiso o te impiden actuar.  Haz lo que piensas y sabes que Dios te ordena. Su Palabra es para ejecutarla, no para guardarla o esconderla.  Las empresas exitosas  son aquellas que tienen buenas ideas, las producen y ejecutan. Un gran invento  no funciona si se queda en la cabeza del inventor.  Las promesas no sirven si no las creemos para verlas realizadas.

El Pastor Cash  es alguien con una fe sobrenatural.  Nuestra actual iglesia y la que estamos construyendo son lugares concebidos por fe, ya que no tenemos el dinero pero sí la promesa del Señor de que toda obra en Su nombre será grandiosa.  Al recibir esta promesa, el Pastor Cash empezó a actuar de inmediato. Cuando iniciamos la construcción del primer templo donde hoy nos congregamos,  yo era el tesorero y estuve presente cuando  el pastor le dijo a la dueña del terreno que se lo compraríamos al contado.  Yo dudé porque sabía que no teníamos todo el dinero, pero él insistía que Dios le había dicho que así sería.  Efectivamente, un par de semanas después, estábamos firmando las escrituras y pagando al contado.  Nunca le pedimos permiso al dinero, todo fue concebido por fe para darle gloria a Dios.

Actitud correcta

Convéncete, son nuestras actitudes las que muchas veces nos detienen, no el diablo ni el mundo. Cuando aceptas al Señor, obtienes la vida eterna y entras en un proceso para renovar tus pensamientos y actitudes. Éstas son la forma habitual de actuar de cada persona y se aprenden. Son costumbres, hábitos y formas de reaccionar ante los pensamientos. Son comportamientos que se emplean para llevar a cabo un pensamiento.  Una actitud es cómo actuamos y llevamos las promesas del mundo espiritual al terrenal.

Entonces, nuestra actitud debe ser positiva, confiada en que Dios está de nuestro lado. Una actitud negativa hace que las promesas reboten y no se cumplan.  Para alcanzar el éxito debemos tener buenos pensamientos y también buenas actitudes que promuevan nuestra buena conducta. Esa es la fórmula correcta para ver realizadas las promesas en nuestra vida.

A los grandes hombres de la Biblia se les conoce por sus  actitudes y conductas.  Abraham, Elías y Moisés son recordados por su capacidad de pensar y obrar según la Palabra. Abraham no podía tener hijos pero escuchó la promesa, renovó su actitud y pudo gozarse contemplando las estrellas del cielo y creyendo que era posible ser bendecido de esa forma.  Dios te ha llamado a hacer cosas imposibles y sobrenaturales, eres hijo del  Todopoderoso, no lo dudes más. Todo lo bueno y grande que tengas dentro de tu cabeza está esperando para  concretarse en obras. Es tu tarea y obligación hacerlo porque nadie lo hará por ti, no te quedes sentado esperando escuchar  ángeles hablándote.

Si a los buenos pensamientos les sumas mala actitud, el resultado es fracaso, por el contrario, buenos pensamientos más buenas actitudes siempre sumarán éxito.  Hay muchas actitudes positivas que nos ayudan a lograr lo que deseamos, pero especialmente debemos buscar dos:

Actitud de perdón

Marcos 11:24-25 aconseja: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.

En nuestra oración podemos pedir cualquier cosa. Piensa en todo lo que quieres obtener, tenlo presente cuando te acerques al Señor y antes de pedirlo, recuerda que debes perdonar. Cuando estás frente a Él, recibirá tus peticiones y te dirá: “Yo te puse ese pensamiento, quiero verlo realizado en tu vida, pero primero necesito que vayas y perdones”.

El perdón es una prioridad para el Señor. Es tan importante que envió a Su Hijo Jesucristo para perdonar nuestros pecados.  Conozco gente muy noble y humilde que no contamina su corazón con ningún rencor, pero también conozco personas que andan por la vida con la peor actitud, esperando recibir la ofensa para guardarla como un tesoro.  Cierta vez, en medio del tránsito, la persona del carro detrás de mí, no me dejaba en paz.  Tocaba y tocaba la bocina por más que yo intentaba hacerme a un lado para que me rebasara. A la tercera vez que me quité, esta persona maniobró para quedar junto a mí y bajó su vidrio, en ese momento me preparé para responder cualquier cosa porque ya estaba muy enojado, pero me sorprendí cuando amablemente me dijo: “tiene la llanta pinchada”.  Mi actitud no era la correcta, estaba esperando lo malo en vez de ser positivo y esperar lo bueno. Revisa la actitud que tienes ante la vida.

Hay muchas personas que ocupan tiempo valioso en pelearse, pensar en lo que responderán ante las ofensas, lloran, sufren e incluso ayunan por el dolor que sienten, pero hay otros que usamos lo que se llama “aceite de tortuga” para que lo malo nos resbale o nos saque una concha dura que evite las ofensas y el sufrimiento. Es inevitable que nos ofendan pero podemos evitar ser ofendidos. Somos personas sociales que necesitamos trabajar en equipo y relacionarnos con otros que son tan imperfectos como nosotros, pero sentirnos ofendidos no debe impedirnos hacer y actuar bien. Si te ofenden, no esperes a que te pidan perdón de rodillas, por el contrario, perdona incluso antes de que la otra persona descubra que te ofendió.  Solamente con una correcta actitud de perdón  podrás hacer las cosas y ver las promesas cumplidas.

Lucas 17:3-4 nos pide que perdonemos: Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.

Perdonar una ofensa siete veces al día es una exageración. Eso significa que esa persona te ofenderá desde que te levantes hasta que te acuestes, pero esa es la medida sobrenatural de perdón que el Señor nos pide porque sabe que de ello depende que avancemos. Es como decirte: “tu actitud de perdón debe adelantarse a las ofensas para que éstas no te limiten y hagan sufrir”.  Quien perdona siete veces al día tiene una verdadera actitud de perdón.

Efesios 4:32 nos dice cómo debemos actuar: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Perdona siempre y antes que te lo pidan. No esperes,  tú debes adelantarte para no perder tiempo, entonces, cuando la persona se acerque a pedir perdón, tú ya estarás haciendo lo que debes para ser bendecido.  La actitud de perdón anticipada es indispensable para poner en práctica los buenos pensamientos que el Señor pone en nuestra mente.

Actitud de obediencia

Aprendemos a ser  obediente por las buenas o por las malas. Los niños aprenden a lavarse los dientes porque obedecen a su mamá o porque deben ir al dentista  cuando sufren por las caries. La vida es así, el Señor en Su Palabra nos dice qué debemos evitar y no hacer, pero si desobedecemos, afrontamos las consecuencias y problemas. Todo cae por su propio peso y nos damos cuenta que Dios tenía razón.

Para acelerar el proceso de obtener las promesas debes  tomar el hábito de obedecer a la primera. Eres un rebelde convencido si necesitas escuchar cinco o seis versículos para que tu mente se abra. Dios quiere que obedezcas a la primera, no después de varios sermones. Mucha gente está a la espera de una señal para obedecer y no se dan cuenta que con las promesas es tiempo de actuar. Lo que Dios prometió para hoy, es para hoy, no para mañana, deja de esperar más confirmaciones y obedece.

Mateo 7:21advierte: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Ser cristiano es suficiente para ser salvo pero para hacer la voluntad  de Dios hay que actuar. Sólo de esa forma demostrarás que eres obediente.  Renueva tus hábitos, actitudes y costumbres  para tener una reacción inmediata al perdón y la obediencia.

1ra. Reyes 3:14 promete: Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.

Luego de un pensamiento, necesitamos tiempo para ejecutarlo.  Tenemos una vida que se acaba por más tratamientos de belleza que hagamos.  Solamente la sabiduría e inteligencia del que guarda y cumple Sus mandamientos puede añadir largura de días, riquezas y honra a su vida porque demuestra ser multiplicador de lo que recibe.  En una empresa se da más tiempo y aprecio a quien ejecuta más de lo que se le pide, no a quien se le pide algo y dice que lo cumplirá pero nunca lo hace.  Es como la parábola de los talentos donde vemos que  se recompensa al que entregó más de lo que recibió.  Quien más trabaja,  más recibe. Cuando eres alguien que trabaja y pone por obra, el Señor dice: “a este siervo amado debo alargarle los días porque sí funciona”.  Sin obediencia no podemos “hacer” para alcanzar nuestras promesas.

Obrar como hijos de Dios

Mateo 12:50 asegura: Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.

Ser una persona que piensa y actúa tiene muchos beneficios  pero el más grande es tener al Señor de nuestro lado. Muchos presumen de tener amigos influyentes y se sienten confiados de esas relaciones porque saben que les darán la mano cuando más lo necesiten, pero nosotros tenemos por amigo fiel al mejor “conecte” que alguien pueda tener. Somos apadrinados por nuestro Padre celestial que nos dirá: “qué necesitas, yo puedo ayudarte para que sigas adelante con tu proyecto y nada te falte”.

Si quieres ser hermano de Jesús e hijo verdadero de Dios debes ganarte  Su confianza con tu obediencia y actitud correcta.  Para tener la identidad del Señor y sacarle provecho  en esta tierra, preséntate delante de Él  con un corazón humilde, obediente y capaz de perdonar. Nuestra actitud es importante para Dios que está pendiente de cada detalle de nuestro ser.  Demuéstrale que tienes esa actitud correcta para pensar y hacer como Él pide. Si crees con fe y obedeces  Su palabra, te garantizo que harás lo que ojos no han visto ni oído han escuchado porque estarás apartado para hacer grandes cosas.

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