30 de octubre de 2024
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En esta serie concluimos que los primeros cuatro mandamientos tienen que ver con el amor a Dios y los otros seis tienen que ver con el amor al prójimo. Jesús lo resumió en dos grandes mandamientos, uno se trata de amar a Dios y el otro de amar al prójimo como a uno mismo.
La autoestima o el amor a uno mismo es bajo cuando la mente dice: no te has ganado que te quieran. No te has hecho digno del amor de los demás, porque el amarse a uno mismo, tiene muchísimo que ver con el amor que recibimos desde niños. Esto nos tiene de cabeza porque se asume que si no me aman, no me amo. La autoestima o el amor a sí mismo es la valorización, percepción o juicio positivo o negativo que una persona hace de sí misma en función de la evaluación de sus pensamientos, sentimientos y experiencias.
Es decir, según cómo me autoevalúo así genero un amor a mí mismo y si otros no me aman me autoevalúo mal. Aquí está el problema, porque en lugar de amar al prójimo como a mí mismo, me amo como me ama el prójimo y allí es donde se encuentra la mayoría de las personas. Y eso es una cosa delicadísima, eso nos sitúa en otro tipo de vida, totalmente diferente a la que Jesús nos vino a dar. Jesús vino a dar vida y vida en abundancia, ahora una persona que no se ama a sí mismo, no puede decir que tiene una vida abundante, apenas tiene vida.
Sentirnos amados es mucho más que un buen deseo es una necesidad inherente a todo ser humano. Porque a mí me gusta sentir que me aman, y no me gusta sentir cuando no me aman. Y tengo que manejar esas dos acciones que tienen para conmigo, sin que dañen el amor que me tengo, el aprecio que me debo. Entonces el amor que nos tenemos a nosotros mismos depende de ese amor que nos tenemos y eso daña hasta nuestras oraciones.
No le has pedido algunas cosas a Dios, no porque no creas que Dios es poderoso, sino simplemente porque crees que no eres ni digno, ni digna, ni te las mereces. Dios no tiene la culpa de eso, pero si esto se resuelve hasta tu oración va a cambiar, por lo tanto, todas las cosas que pidamos a Dios también pueden cambiar.
Lo único perfecto es el amor de Dios que echa fuera nuestros temores.[1] No tiene que haber temor en nuestra vida si tenemos el amor de Dios aunque seamos imperfectos. La Biblia enseña, que si nosotros nos podemos amar a nosotros mismos y confiamos en el amor de Dios, vamos a entrar en una extraña calma que se llama paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
Los expertos dicen, si me quieren me cuidan, si me cuidan sobrevivo, pero Dios te dice que eches toda tu ansiedad sobre Él porque siempre te cuidará.[2] Deja todo miedo al futuro porque Dios te cuida hoy y siempre lo hará. Es más Dios nos conoce desde antes de nacer y desde allí nos ama y nos cuida.[3] Dios es mi escultor, me formó desde el vientre de mi madre y mi alma lo sabe muy bien. Dios tiene fenomenales y maravillosos pensamientos acerca de mí, si los enumero se multiplican, ni siquiera los puedo contar porque somos hechura suya.[4]
Aunque no recuerdes Dios tuvo una conversación contigo, desde las entrañas de tu madre tuvo tu nombre en memoria y otra versión dice: “mencionó mi nombre cuando aún estaba en las entrañas de mi mamá”[5]. Él tiene un nombre asignado para tu vida, el que te dieron tus padres ya lo conoces, pero lo que se va a cumplir en tu vida es aquello que está de acuerdo con el significado del nombre que Dios te dio, porque te ama con amor eterno.[6] Por eso estrenamos Su misericordia cada día y nos ama con el mismo amor de siempre a pesar de nuestras faltas.
Dios ama tanto tu compañía con Él, de tal forma que dejó morir a su hijo para que no te pierdas sino tengas vida eterna.[7] Así, sacrificialmente se demuestra el amor y no solo con palabras, sino que Dios dice: te cuido, te protejo, te sano, te formé desde el vientre de tu madre, te llamé por tu nombre, tengo pensamientos maravillosos acerca de ti, es más deseo tanto estar contigo que Jesús muere en la cruz del calvario diciéndote te amo con los brazos abiertos.
Dios muestra que se ama así mismo y por ese amor perdona todos nuestros pecados y borra nuestras rebeliones.[8] El mandamiento que nos dejó de amarnos a nosotros mismos también lo cumple Dios, y debido a esa fuente de su amor, nos perdona. Al único que dañas no perdonando es a ti mismo, entonces las personas que se aman a sí mismos son las personas que más fácil perdonan a las demás.
Finalmente, Jesús no esperó que fuéramos santos y fuertes para amarnos, lo hace sabiendo que fallamos, pero el problema se resuelve cuando aceptamos que no es necesario portarnos bien para que Dios nos ame.[8] Yo no corrijo mis actos para que Dios me ame, su amor es tan grande que me redarguye y me inspira a corregir mis actos. Jesús no nos santifica para amarnos, sino porque nos ama nos santifica y solo llenos de su amor, debemos amarnos y amar a los demás.
[1]1 Juan 4:18-19 (RVR1960): En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
[2]1 Pedro 5:6-7 (RVR1960): Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
[3]Salmos 139:13-18 (RVR1960): Porque tú formate mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto y aún estoy contigo.
[4]Efesios 2:10 (RVR1960): Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
[5]Isaías 49:1 (RVR1960): Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.
[6]Jeremías 31:3 (RVR1960): Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
[7]Juan 3:16-17 (RVR1960): Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
[8]Romanos 5:6-8 (RVR1960): Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
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