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Jesús, nuestro sanador

Jesús, nuestro sanador

08 de marzo de 2020

Tiempo de lectura: 9 minutos

Tener buenas costumbres es lo que permite desarrollar una cultura saludable en la sociedad. Jesús tenía la buena costumbre de ir a la sinagoga todos los días de reposo,[1] esto le permitió estar en el lugar indicado para presenciar el cumplimiento de la Palabra de Dios en su vida.[2] Quizá no podamos imitar a Jesús en caminar sobre el agua, pero sí en asistir a la iglesia y presentarnos delante de nuestro Padre.

La sanidad fue algo trascendental en el ministerio de Jesús y era tan importante que se tuvo que pagar un precio por ella.[3] El profeta Isaías escribió en tiempo pasado lo que iba acontecer en el futuro porque en los tiempos de Dios las cosas que queremos para nuestro futuro ya sucedieron en el pasado. La fe es una expresión de confianza total en el Señor. Si Jesús pagó el precio en la cruz es porque tiene el deseo de vernos saludables. ¡Creamos que por su herida hemos sido sanados![4]

El primer milagro de sanidad en el ministerio de Jesús se llevó a cabo en una casa. Dios nos da palabras dentro del templo para que se manifiesten en la casa, calle y oficina. La suegra de Pedro inmediatamente después de recibir su milagro empezó a servir. El servicio es la manifestación tangible de nuestro agradecimiento.[5] Un milagro de sanidad es suficiente para producir un avivamiento en toda una ciudad.

Todos ejercen un papel importante en la consecución de un milagro. Jesús sana, nosotros acercamos a la gente hacia Él y las personas reciben su sanidad.[6] No importa el papel que desempeñemos: si nuestra fe trabaja en conjunto vamos a experimentar muchos milagros de parte de Dios.

Jesús no solo tiene la capacidad de sanarnos, sino también el deseo de hacerlo.[7] Al sanar a los leprosos no oró por ellos, simplemente les dio una orden. Él nunca se sujetó a un método especifico. La sanidad estaba en Él, no en el sistema que utilizaba.[8] A veces Jesús sanaba a las personas untándolas de lodo,[9] a otras les daba una orden específica y hasta llegó a hacerlo con su vestidura por medio de la fe de ellos.[10] Los milagros se sujetan a la voluntad de Jesús y Él siempre quiere sanarnos.

La gente le pidió a Jesús que impusiera manos sobre un sordomudo, pero Él le escupió para sanarlo.[11] No sabemos qué método usará, lo único que tenemos en claro es que por su herida fuimos curados. Confiemos en que el Señor es nuestro sanador. No es difícil recibir un milagro de parte de Dios, solo debemos tener fe y confiar en Él.


[1] Lucas 4:16: Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo[a] entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.

[2] Lucas 4:17-21: Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

[3] Isaías 53:3-5: Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

[4] Salmos 129:3: Sobre mis espaldas araron los aradores; Hicieron largos surcos.

[5] Marcos 1:29-31: Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella. Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía.

[6] Marcos 1:32-39: Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta. Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Y le buscó Simón, y los que con él estaban; y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. El les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

[7] Marcos 1:40-41: Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.

[8] Lucas 17:11-14: Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

[9] Juan 9:6-7: Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

[10] Marcos 5:25-30: Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

[11] Marcos 7:31-35: Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.

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