23 de noviembre de 2010
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La actitud que tengamos ante la vida determina los logros que alcancemos. Sin importar dónde trabajes o a qué te dediques, tu buena disposición hace la diferencia. Tengo un amigo con muy buena posición económica y una historia impresionante. Inició como encargado de la limpieza de los baños en la empresa donde trabajó por mucho tiempo. No tenía mayor preparación académica pero se esforzó y poco a poco, ascendió hasta que le dieron la oportunidad de ser vendedor. No tenía experiencia, sin embargo, aprendió de forma autodidacta y con el favor de Dios, en siete años llegó a ser el vendedor número uno. Hay que tener buena actitud para saber aprovechar las oportunidades que se presentan.
Todos desechamos la basura de nuestras casas. Quienes recogen tu basura, la llevan al vertedero de la ciudad donde hay personas que buscan lo que se pueda reciclar. De hecho, hay empresas que se dedican al negocio del reciclaje y ganan mucho dinero recolectando plástico, aluminio, papel y caucho, entre otros materiales. Tiramos lo que creemos que ya no tiene valor, pero es un tesoro para otros. Los empresarios que ven la basura como una oportunidad, ahora son millonarios.
Mateo 25:14-28 relata la parábola de los talentos. La Palabra dice que el hombre entregó los talentos de acuerdo a las capacidades de cada uno. Dos de los siervos se arriesgaron y los negociaron, pero el que recibió uno decidió esconderlo. El señor le dijo que había entregado poco para ver la capacidad de cada uno. Lo que tengas, aunque pienses que es poco, puede transformarse en mucho, todo depende de ti.
Siempre pensé que los talentos serían una “oportunidad de oro” como ser asignado en un buen puesto, con oficina, asistente, computadora, etc. Pero no es así. Los talentos son pequeñas oportunidades porque si demostramos ser fieles en lo poco, entonces, seremos puestos en mucho. No esperes grandes oportunidades para demostrar tu fidelidad y capacidad. Los talentos son sencillas situaciones de servicio en la célula, en el trabajo o en tu hogar. Aprovecha ese momento que tienes para sonreír, atender a tu prójimo, recoger la basura, ser útil en algo, allí están los talentos que te harán crecer. No entierres esas pequeñas oportunidades que pueden convertirse en grandes empresas.
Yo tengo la responsabilidad y el honor de organizar las cruzadas de Noches de Gloria. Es una gran bendición que acepté porque vi la oportunidad de servir, mientras otros no quisieron tomar el riesgo. En algún momento me ofrecieron el reto cuando alguien dijo: “Yo no me animo, me cansé, ya no quiero”. También puedo decir que soy pastor porque alguien no quiso serlo, soy producto del reciclaje. Siempre veo mucho en lo poco, aunque tarde tiempo en descubrirlo.
Reflexiona: ¿Cuántas oportunidades de servir has desperdiciado en tu trabajo, en la iglesia o en casa? Algunos esperan con el reloj en la mano a que sean las cinco de la tarde para salir corriendo de la oficina. ¿Dónde está la milla extra? Cuando surja la oportunidad de un ascenso, ¿a quién escogerán, al que se va puntual o al que llega temprano y se va tarde? ¡Demuestra que tienes ganas de trabajar para ser tomado en cuenta! Deja la actitud de basurero y asume la de reciclador que toma lo que otros desechan y se hace millonario.
El miedo paraliza al talento y nos hace perder oportunidades. El resultado será que le darán más al quien ya tiene porque ha demostrado ser productivo y fiel. Quien tiene capacidad puede asumir responsabilidades. Si Dios exige más de tu servicio es porque sabe que puedes darlo.
Todo depende del lente con que se vea, así que imagínate con lentes nuevos que te ayuden a ver las cosas con mejor actitud. Dale gracias a Dios por la libertad que tienes, aprende a ver las oportunidades y declara buenas nuevas para tu país y tu vida. Desde ahora serás un siervo útil, lleno de entusiasmo.
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