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No menosprecies tu camino

05 de noviembre de 2011

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

La Palabra nos habla de David cuando aún no era rey de Israel y huyó a una cueva donde se convirtió en jefe de un grupo de perseguidos, endeudados y amargados1. ¡Imagina qué maravilloso panorama para un hombre a quien se le había profetizado gobernar un reino! Ante esa circunstancia poco alentadora, David pudo desmotivarse y renegar diciendo: ¡Esto no es un castillo y estas personas no son el séquito que esperaba! Sin embargo, no lo hizo porque la promesa era que sustituiría a Saúl y puso su mirada en ese objetivo dado por Dios, sin importar lo que sus ojos veían en ese momento. Muchas veces nos sucede igual cuando nos sentimos como en una cueva oscura pero debemos sobreponernos y confiar en Dios.

La historia del nacimiento de Jesús nos muestra otra situación adversa que no fue un límite porque la promesa era más grande que la realidad de ese momento. Ahora no hablamos de un rey terrenal como David, sino del Rey Celestial quien tuvo que superar circunstancias adversas desde su nacimiento en un pesebre. Fue difícil, pero ese no era el destino para Jesús, sin embargo, debió afrontarlo. Si Él fue capaz de hacerlo, ¿porqué nosotros a veces nos quejamos tanto cuando debemos enfrentar adversidades?

No había una cuna de oro esperando a Jesús y tampoco había un trono esperando a David, pero ambos estaban convencidos de que esas circunstancias adversas eran pasajeras ya que el objetivo principal era glorioso. No hagas de tu principio el final anticipado, no seas fatalista, aprende a diferenciar el camino del destino y aprécialo para que te ayude a formar el carácter de un vencedor. Si te graduaste con honores de mercadólogo y te ofrecen un puesto como vendedor, acéptalo y esfuérzate, aunque creas que estás preparado para asumir una gerencia porque todo implica un proceso y debes probar que tienes el carácter para asumir los retos.

Las dificultades son inevitables y debemos superarlas. Jesús nació en un pesebre, pero no se quedó allí. Tú debes decir convencido: “No me quedaré en la circunstancia difícil, Dios me sacará de esto si demuestro que tengo buena actitud”. Afronta las dificultades con optimismo y fe. Hacerlo forma tu carácter para que disfrutes de la bendición en el momento que la recibas.

Tus metas y las promesas del Señor deben estar por encima de lo negativo que puedas vivir en este momento, no te distraigas, concéntrate en lo bueno para que lo malo pase rápido. Lo importante no es dónde nacimos sino lo que hacemos con nuestra vida y lo que logramos antes de morir. Algunos dicen: “Yo no pedí nacer, ¿porqué nací?” ¡No reniegues más! Estás vivo y debes hacer algo bueno con ese regalo que Dios te dio. Deja de blasfemar porque sufriste la pérdida de un ser querido, porque has sido víctima de la violencia, te han robado o mentido. Aprendamos a superar la adversidad con la actitud correcta, convencidos de que estamos pasando por el pesebre para llegar al trono.

Si quieres que la gracias de Dios te acompañe debes crecer, fortalecer tu espíritu y tu cuerpo, tal como Jesús lo hizo en el desierto, donde ayunó y superó la tentación. Ese fue otro paso más en el proceso, pero tampoco era su destino.

Luego, Jesús tuvo que afrontar una nueva situación difícil cuando el pueblo escogió que liberaran a Barrabás y no a Él. Seguramente el sentimiento de rechazo fue terrible luego de haberles hecho tanto bien y que ellos ¡prefirieran liberar a un asesino! ¿Dónde estaban los 10 leprosos, la mujer a quien salvó de morir apedreada y tantos otros? Todos tuvieron miedo, pero era parte del plan divino. Satanás deseaba que el corazón de Jesús se llenara de amargura porque de esa forma hubiera pecado, el proyecto de salvación se echaría a perder y no hubiera sido promovido a la derecha del Padre, pero Él no cayó en la tentación. Incluso clavado en la cruz, dijo al Padre: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. ¡Ese es nuestro líder y debemos imitarlo! Satanás tratará de impedir que crezcas como buen cristiano y buscará que tu corazón se llene de rencor porque alguien te rechazó, pero no lo permitas. Sin importar lo que suceda, pídele fortaleza a Dios para superar el rechazo y el dolor.

No te quejes de los problemas, alaba al Señor y pon tu mirada en Él. Cuando pases tiempos difíciles, piensa con fe: “Este no es mi destino, es sólo el camino y el Señor me ayudará”. Las cosas desagradables suceden aunque seamos buenos, Jesús no había hecho nada malo para merecer un sufrimiento como el que padeció, sin embargo lo soportó porque la promesa era más grande que la dificultad.

No tengo explicación para el proceso que estás viviendo, pero puedo decirte que la actitud correcta es la que te ayudará a obtener buenos resultados. El pesebre, la cueva o el desierto no son nada frente a Sus promesas ya que serás puesto en el lugar que te ha preparado. Confía en la fortaleza que te dará, aprovecha el camino que ha puesto frente a ti y que te llevará a cumplir tu destino.

1 1 Samuel 22:1-2 relata: Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.

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