15 de agosto de 2009
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La Biblia habla más de problemas económicos de lo que pensamos. Abraham, Moisés y Job sufrieron escases; los seguidores de David eran perseguidos por sus acreedores y Caín asesinó a su hermano Abel por envidia de la ofrenda que dio. La Palabra nos demuestra cómo el Señor levanta financieramente a Sus hijos sin necesidad de bancos y bolsa de valores. Si nuestra esperanza estuviera depositada en Él, seríamos prosperados rápidamente. Atrévete a dar grandes pasos de fe hacia la prosperidad.
La batalla por cosechar
Joel 3: 10 dice: Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy.
Debes ser fuerte en el Señor y proclamarlo con seguridad. En ese tiempo, la situación económica era grave. Las plagas habían acabado con todos los cultivos. Dios pidió a los sacerdotes y ministros que se vistieran de luto porque había cesado la ofrenda. Eso era vergonzoso pero la promesa fue de restitución. Muchas veces sufrimos vergüenza en medio de una situación económica difícil, los cobradores te llaman, los socios hacen fracasar algún negocio y los clientes se niegan a pagar, sin embargo el Señor ofrece limpiar tu nombre para que recuperes la dignidad.
El mandato fue claro, había que convertir los instrumentos de labranza en espadas para luchar por la cosecha. Ya no era tiempo de siembra sino de guerra. Las cosechas son batallas a ganar. Muchos han sembrado pero no saben pelear por su cosecha. Todo se cultiva, ahora se habla hasta de siembra de productos del mar, los camarones y tilapias se cosechan en granjas. Incluso la vida humana se siembra a través del esperma que fecunda un óvulo. Las madres pelean por sus hijos desde el primer aliento de vida dentro de ellas. Mi esposa Sonia lo hizo por nuestra hija Ana Gabriela que tuvo complicaciones antes de nacer. Cuando intenté reconfortarla con oración, ella me dijo que no era tiempo de pedir sino de actuar y urgió al doctor para que la operara aunque no estaba totalmente anestesiada. Eso es luchar por la cosecha.
El tiempo de la cosecha
Juan 4:35 recuerda: ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Lo primero que debemos saber para cosechar es identificar el tiempo idóneo. No podemos recoger la semilla que no ha germinado como tampoco debemos dejar que el fruto se pudra sin aprovecharlo. Génesis lo dice claramente, hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar, como hay invierno y verano, tiempo para vivir y morir.
La Palabra dice que la mies es mucha y los obreros pocos. Si sabemos sembrar también debemos saber cosechar porque hacen falta personas que sepan hacerlo. Cuando la semilla y la tierra son buenas, la cosecha es segura y el Señor es proveedor de excelente materia prima para la siembra.
Un amigo hizo que pusiera mi atención en el proceso de cosecha y me enseñó. Debemos estar pendientes de notar el tiempo adecuado y aprovecharlo. Él me decía que cuando veía que un cliente le aceptaba alguna cotización o que alguien le pagaba sin protestar, tomaba ese momento como una oportunidad de cosecha e iniciaba un trabajo intenso. Llamaba a quienes le debían, enviaba más cotizaciones y promocionaba nuevos productos. Hacía todo lo necesario por recibir lo que había sembrado con esfuerzo, sin falsa humildad o religiosidad. Si has sembrado es justo que recoja fruto. No tengas miedo, toma el arma y pelea por tu cosecha.
Hace poco estuve sembrando por un auto nuevo para un miembro del equipo. Esta semana vino un discípulo que tiene un predio y me lo ofreció. Sin perder tiempo le pregunté cuándo podía ir a traerlo. Cuando lo recibí, organizamos una cena porque la cosecha debe ser motivo de fiesta. Los agricultores compran su carro último modelo con el ingreso de su cosecha. Saben invertir en tierra y semilla porque están pensando en lo que obtendrán. Nada es casualidad, se preparan y siembran bien para recibir un beneficio.
En tiempos bíblicos se celebraba la fiesta de las primicias al recoger la primera cosecha. De esa forma se bendecía el resto que estaba pendiente. Es tan importante cosechar que la fiesta era en ese momento y no al sembrar. La Palabra dice que por cada pecador que se convierte hay fiesta en el cielo. Imagino que si el convertido era realmente malo, incluso el diablo celebra porque ni en el infierno lo querían. El Señor desea que celebres y te alegres porque de esa forma le das la honra que merece. Cuando recibas tu cosecha haz una fiesta y muestra lo que has obtenido con tu esfuerzo.
Aprende a reconocer tu cosecha. Si has sembrado en tu esposo y él te da evidencias de arrepentimiento, no te hagas la difícil y muestres desconfianza, demuestra tu inteligencia y recíbelo con palabras de afecto para que la cosecha no se pierda. El Señor dice que levantes tus ojos porque la cosecha está lista y debes recogerla.
En lo poco y en lo mucho
En 2da. de Samuel 23:11-12 lemos: Después de éste fue Sama hijo de Age, ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de los filisteos. El entonces se paró en medio de aquel terreno y lo defendió, y mató a los filisteos; y Jehová dio una gran victoria.
Este hombre peleó por su terreno aunque fuera pequeño. Demostró ser buen sembrador y excelente cosechador. Si no luchas por lo pequeño, tampoco lo harás por lo grande, no menosprecies lo que tienes y aprende a sacarle partido. Si eres fiel en lo poco serás puesto sobre mucho. El Señor al principio da poco para probar tu fidelidad. En Casa de Dios siempre fuimos fieles, tanto en la galera donde nos congregábamos en los primeros años como en el templo que tenemos ahora y de igual forma lo haremos al terminar de construir Ciudad de Dios. Hemos sido buenos sembradores y cosechadores que honramos a nuestro Padre y proveedor. Donde sea que estemos somos eficientes y hacemos las cosas bien.
La Palabra habla de lentejas. Estas legumbres tienen las calorías y proteínas necesarias para que nuestro cuerpo funcione bien. Este hombre defendió la energía que el pueblo necesitaba durante la batalla. Su victoria fue importante, así como la tuya cuando luchas por recoger la cosecha que proveerá a lo que te acompañan.
Nunca te avergüences de cosechar, no importa si es mucho o poco, deja la falsa humildad y reconoce que das para recibir porque Dios lo hizo de la misma forma. Nos amó y por eso le amamos, envió a Su hijo porque quería atraernos a Su familia, Jesús derramó Su sangre esperando que nos convirtiéramos. Espera que le demos porque Él nos dio primero. De igual forma nosotros amamos esperando ser amados porque nadie se casa con alguien que no ama. Todos esperamos fidelidad y provisión como resultado de dar lo mismo. Yo siembro en mi esposa todas las palabras de cariño que puedo porque me gusta recibirlas. Una mujer sirve a su marido porque espera provisión y respeto. Ninguna se casaría con un vago que no le retribuya el amor y atención que recibe. Esto no significa que seamos egoístas o interesados, simplemente sembramos para cosechar como un ejercicio de fe necesario y bueno.
Cosechar es un honor
Proverbios 10: 4-5 comparte: La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hombre entendido; El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.
El Señor nos provee de semilla, tierra y lluvia para que podamos sembrar y cosechar. Si lo tienes todo, debes aprovecharlo y hacer la parte que te corresponde. Siembra y cosecha. Él hizo lo imposible, ahora tú debes hacer lo posible y completar el proceso.
Prepárate y busca instruirte para ser un cosechador eficiente. No desperdicies las oportunidades porque esa actitud avergüenza al Señor. Pídele sabiduría para saber reconocer el tiempo adecuado y recoge tu cosecha sin temor. La única forma de no recibir es dejar de dar. Pelea la batalla de tu cosecha para Su honra y gloria.
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