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El desarrollo de la fe

14 de agosto de 2010

Tiempo de lectura: 8 minutos

 

 

 

 

 

 

El Señor desea que nazcas de nuevo, vivas, camines y pelees batallas por fe para finalmente morir confiado porque tu descendencia  continuará confiando en Él.

En tiempos antiguos, cuando alguien deseaba declarar su voluntad, dejar bienes o definir leyes y estatutos, los escribía, a veces  en pergaminos de origen animal o en papiros de origen vegetal que enrollaba y entregaba. Quien deseaba gozar de los beneficios  escritos allí, debía desenrollar y poner en práctica. Ese es el origen de la palabra “desarrollar”. Nos desarrollaremos  cuando desenrollemos lo que está escrito para nosotros.

Jesús lo hizo, leyó y dijo: “Hoy se ha cumplido la Escritura”. Debemos desarrollar carácter, habilidades y especialmente la fe que tiene niveles. Porque cada uno recibió del Señor una medida de fe.

Nacer de nuevo por fe

Romanos 10:9-10 nos recuerda: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

El primer nivel de la fe es nacer de nuevo. Con el corazón se cree para justicia y con la boca que cree para salvación. Nacemos de nuevo cuando lo confesamos con nuestros labios y aseguramos que Jesús es nuestro Señor y Salvador.

Juan 3:3 dice: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Cuando recibimos al Señor voluntariamente, conscientes de nuestro pecado, nacemos de nuevo, es decir que nos convertimos en nuevas criaturas, lista a crecer en fe. El mismo día que le recibí y dije esa pequeña pero poderosa oración, supe que algo había sucedido dentro de mí. A la semana de leer las Escrituras noté los cambios. Yo era muy mal hablado y vulgar con mi forma de expresión. Mi vicio por decir malas palabras era tal que constantemente debía pedir perdón a mi mamá porque se me salían las palabrotas delante de ella.  Entonces descubrí que es cierta la Palabra que dice “de la abundancia del corazón habla la boca”, así que decidí que de mis labios solamente saldrían buenas palabras que hablaran de la abundancia del nuevo corazón que tenía siendo una nueva criatura en el Señor.

Efesios 2:8-9 nos recuerda: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

La fe y la gracia nos hacen nacer de nuevo, este es el primer paso, el primer nivel.

2 Corintios 5:17 también afirma: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

No lo olvides, eres nueva criatura que ha nacido por fe. Al entregarle nuestra vida al Señor, nacemos del Espíritu quien nos hizo partícipes de la naturaleza divina. Entonces no hay nada que la fe no pueda lograr porque es capaz de lograr que nazcas de nuevo y no hay nada más difícil que eso. Si la fe puede lograr que nazca un nuevo Carlos, María, Juan, etc., ¡es capaz de hacer todo lo demás que sea necesario! Dentro de ti hay otra persona, tu espíritu se comunica con Dios, ama las Escrituras y busca una vida de santidad, literalmente hay un nuevo ser en tu interior. Pablo decía: “No sé qué hacer porque con mi espíritu quiero servir a Dios y con mi carne al pecado”. Con estas palabras afirmaba que había un nuevo Pablo dentro de él, una  simiente incorruptible que crece y busca al Señor. Si fuiste capaz de creer que eres nuevo y viste emerger una nueva persona en tu interior, no hay enfermedad, tristeza o pobreza que triunfe en tu vida porque serás capaz de superarla. Tu fe es poderosa, te hace caminar en novedad de vida, te da la capacidad de escuchar a Dios, leer las Escrituras y también de superar cualquier dificultad para crecer y triunfar. Lo más difícil, nacer de nuevo y ver tu nombre escrito en el libro de la vida, ya fue hecho, así que superar la economía y la enfermedad será fácil con la fe que te ha sido dada y que debes hacer crecer.  Recuerda que a los cristianos se les llama “creyentes” porque son capaces de poner su fe por obras.

Vivir por fe

Habacuc 2:4 asegura: He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.

El que vive por fe no lo hace por orgullo porque creer es demostrar humildad. No es lo mismo decir “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” que decir “Yo soy capaz de todo”. Demuestra que eres de los justos que en humildad  ha nacido por fe y ahora vive por esa misma fe. Cuando nacemos de nuevo, somos trasladados del reino de mundo al Reino del Señor y operamos bajo Sus estatutos, leyes y orden que nos hacen creer en un futuro de paz, gozo y estabilidad. La Palabra dice: “Busca primeramente el Reino de Dios y Su justicia y todas estas cosas os serán dadas”. Esto significa que el Reino trae “cosas” para quienes viven por fe, no para quienes solamente han nacido por fe pero luego no la practican y hacen crecer.

Romanos 6:4 también confirma: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Tu vida de desconfianza y temor ya fue sepultada con el bautismo, ahora que eres una nueva criatura debes vivir conforme a esa fe que fue capaz de hacerte renacer.

Mateo 6:25-30 nos habla de nuestra vida de fe: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?  Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

Quien ha nacido por fe no se afana porque entiende que la vida es más que comida y vestido. La Palabra es clara y nos dice que somos valiosos, más que los lirios y las aves, por tanto no debemos afanarnos. Esto no significa que nos quedaremos de brazos cruzados esperando que llueva ropa y comida sino que nuestra fe en la providencia del Señor estará por sobre el afán del trabajo. El que trabaja poniendo su fe en Dios recibirá bendición. Busca siempre esforzarte y dar lo mejor porque de esa forma demuestras tu fe y vives conforme a ella.  Debes aplicar tu fe en las cosas pequeñas y también en las grandes, en las sencillas como vestir y en las complicadas como ver una nación entregada a los pies de Cristo. La crisis económica no debe dominar tu espíritu ni capacidad de ver hacia adelante, cuando  piensas en estrechez y pobreza dudas del Señor que desea bendecirte. Ni siquiera los perros callejeros mueren de hambre, mucho menos tú que eres bendito de Dios. Yo no he tenido que ministrar leones, osos, ballenas o peces afligidos por el futuro, ¡he tenido que ministrar  cristianos, creyentes que dicen vivir por fe!  Su poder es tan palpable que te aseguro que te han invitado a comer más veces, justo cuando has estado más limitado de dinero. Incluso te han llevado a restaurantes  que no podrías pagar ni cuando te va bien. Es así como Dios te dice: “Eres importante para mí, no temas”.  Entonces, vive confiado y trabaja conforme a tu fe. Lucha por obtener siempre lo mejor, no seas conformista y esfuérzate.

Caminar por fe

2 Corintios 5:7 afirma: porque por fe andamos, no por vista.

El tercer nivel es caminar por fe y no por vista. Debemos ser como los ciegos que caminan con un bastón, no ven por dónde van y alguien debe tomarles del brazo y guiarles, deben estar atentos, escuchar instrucciones hasta llegar a su destino y realizar lo que desean. No vemos el rumbo pero  escuchamos al Señor que nos guía y lleva a nuestro destino.  No temas porque el Espíritu Santo te orienta por fe. Lo mismo hacen los pilotos que vuelan por instrumentos. Conducen los aviones escuchando indicaciones y revisando instrumentos.

Cuando tomas un periódico y te deprimes porque lees todo lo  malo, no estás caminando por fe sino por tus sentidos humanos y te debilitas. Debes tener tus oídos atentos para escuchar a Dios que desea orientar tu vida y darte instrucciones para alcanzar Sus promesas.  Dios fue quien le dijo a Abraham que se levantara y caminara para salir de la tierra de los caldeos. Seguramente Sara le preguntó hacia dónde iban pero él le dijo: “No sé, solamente escucho al Señor y obedezco”.  Moisés también se dejó guiar por la voz de Dios. Ante el mar rojo no  se dejó dominar por lo que veía sino que obedeció las órdenes.  La vida no se trata de tener siempre las soluciones a la mano sino buscar a Dios en cada momento. Las persecuciones como la que vivió Moisés por los egipcios ante el Mar Rojo, muchas veces son una forma de presionarte para que creas, le preguntes, obedezcas y camines por fe.

Nacemos por fe, vivimos por fe y debemos caminar por fe. Hacerlo es  no saber qué viene en el futuro pero tener la certeza de que nos irá bien porque tenemos nuestra esperanza puesta en Dios, no en el sistema de este mundo. Pablo decía que no comería el que no trabajara y Jesús dijo que somos más que los lirios del campo que no trabajan y se visten bien. El mensaje no se contradice, por el contrario se complementa porque la enseñanza es no poner nuestra fe en el trabajo sino en el Señor que lo hará dar fruto. Nuestra esperanza no depende de nuestro trabajo sino de la Palabra de Dios.  Imita a Abraham y Moisés que caminaban por fe y emprendían la marcha confiados en el amor de Dios.

Luchar por fe

1 Timoteo 6:11-12 dice: Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.  Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

Esta Palabra le habla a alguien que ya nació, vivió y caminó por fe, es decir que ha sido formado como hombre de Dios. La batalla es el cuarto nivel de la fe. Abraham es ejemplo de caminar por fe,  Josué ante Jericó, Elías ante los profetas de Baal  y  David ante los gigantes son ejemplo de pelear por fe. En el nivel de “vivir por fe” no peleas contra demonios sino contra tu propia desconfianza. No es Satanás ni las tinieblas quienes te atacan sino tu debilidad ante las dificultades. La batalla de la fe tiene que ver con enemigos  que visitan tu casa, quieren quitarte a tus hijos, robar tu bendición y probar tu fortaleza porque ya caminas por fe.  Sólo las batallas frente a los enemigos nos hacen más que vencedores.  Caminar y  vivir por fe no es pelear.  Lucha seguro de la victoria porque tú y Él son mayoría y no temerás mal alguno ya que está a tu lado y te hará vivir confiado todas las noches de tu vida.

Pablo también añadió en 2 Timoteo 4:6-7: Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.  He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Pablo ya había peleado la batalla y acabado su carrera con fe.

Morir con fe

Hebreos 11:20-22  nos habla del quinto nivel de la fe: Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.  Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.  Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.

Por la fe debes decirle a tus hijos qué esperar cuando ya no estés con ellos.  Jacob se agarró de un bordón y adoró al Señor porque sabía su futuro. Morir era ganancia y le declaró a sus hijos que les iría bien.  Pidió que no lo enterraran en el desierto sino que cargaran con sus huesos hasta la Tierra Prometida.  La seguridad es el nivel más alto de fe que podemos encontrar. Nacemos por fe, debemos aprender a vivir, caminar y pelear por fe para morir con fe.  Hay promesas que tus ojos no verán y que deberás delegar a tus hijos y nietos  con la seguridad de que Dios no miente.  Él te ayuda a creer y esperar más allá de la muerte y desea bendecirte por generaciones. Dale gracias y aprende a desarrollar tu fe para vivir confiado porque tu futuro será bueno y el de tus descendientes será aún mejor.

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