29 de abril de 2010
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Mateo 14: 22-24 cuenta: En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Jesús tenía la capacidad de discernir los elementos de la naturaleza y envió a Sus discípulos en una barca donde sabía que pasarían cierta aflicción.
Mateo 14:25-26 continúan con la historia: Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
El miedo es la primera reacción que tenemos ante la adversidad. Nos da temor el futuro y el miedo nos produce dudas, nos hace llegar a falsas conclusiones y tomar malas decisiones. Ellos veían un fantasma que realmente era Jesús. Las circunstancias adversas nos hacen sobredimensionar los problemas. Cuando Jesús vio su angustia los tranquilizó e inmediatamente Pedro reconoció la voz.
La Palabra muestra tres elementos: ánimo, identificación y dar apoyo para que el temor desaparezca. Esos tres elementos son los nos ayudan a redimir nuestras fuerzas cuando las perdemos por el miedo. Existen dos tipos de agotamiento, el físico y el espiritual. En el caso de los discípulos, efectivamente sentían angustia por la tormenta pero lo que más les afectó fue la falsa posibilidad de encontrarse con un fantasma. Se angustiaron por algo que no era real, fue un agotamiento espiritual. Para empezar a restaurarnos, lo primero es cobrar ánimo y esperanza. Busca la fe de ver las cosas malas como buenas. El segundo paso es voltear a ver a la persona correcta. Cuando Él dijo “soy yo”, Pedro inmediatamente situó su mirada en Jesús y las adversidades pasaron a un plano secundario. El miedo comienza a desaparecer cuando se fija un objetivo que recobra el ánimo.
El verso 28 dice: Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Eso se llama ser un buen oportunista. Pedro intentó hacer un trato con el Señor. Negoció para que le demostrara lo que necesitaba. Sucede lo mismo ahora. Cuando en medio de una tribulación buscamos negociar con Dios es porque nuestros anhelos empiezan a recobrar fuerza. Por ridículo que parecía, Pedro vio la posibilidad de caminar en el agua porque tenía el ejemplo de Jesús.
El verso 30 cuenta sobre Pedro: Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame!
El miedo se manifestó dos veces. La primera antes de intentarlo y la segunda cuando ya tenía los pies sobre el agua. Al iniciar una empresa, puedes sentir miedo antes de hacerlo y también cuando das el primer paso y tomas decisiones basándote en las circunstancias inmediatas.
El verso 31 explica lo que Jesús hizo: Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Pedro se agotó, tenía toda la fuerza para empezar pero no tuvo la fuerza para terminar. Necesitó un empujoncito adicional y pidió ayuda cuando sintió que se hundía. Si ahora sientes angustia por alguna circunstancia y tienes el agua a los tobillos, no esperes para pedir ayuda. Si Pedro espera a que el agua le llegue a la boca no hubiera podido gritar. Deja de lado tu orgullo y dile al Señor: “hoy te necesito más que nunca. Di el paso de fe que me indicaste, estoy caminando sobre el agua, empecé esta empresa, pero ahora que estoy en medio, siento que el agua me llega al cuello.”
Nuevas fuerzas
Renovar nuestras fuerzas es un proceso. Vimos en la palabra que debemos buscar a Dios que es el redentor, es decir que “hace de nuevo” y compra lo que se había perdido. Cuando Jesús ofrece redimirnos nos está comprando con Su sangre y también nos ofrece comprar de nuevo aquellas cosas que perdimos. En la Palabra dice que debemos entender y tener misericordia para con Jesucristo, porque Él murió para que nuestro ánimo no decayera y no desfallezcamos. Retornar al primer ánimo es algo que podemos lograr sólo con la ayuda de Dios.
Jesús no tuvo una actitud tutelar con Pedro. No lo tomó en Sus brazos y lo consintió. Tampoco fue un líder agresivo que lo agarró del pelo y con una patada lo metió de nuevo a la barca. Su actitud fue tomarlo de la mano y dejarlo caminar por sus propios medios de nuevo hasta la barca. Dios nos deja saborear el éxito cuando nos lo da. La gloria y honra son para Él pero la satisfacción es nuestra. Bendice el fruto del trabajo de tus manos. Dios multiplicará nuestras fuerzas siempre y cuando le busquemos.
Todos necesitamos renovar nuestras fuerzas, como si llenáramos el tanque de gasolina. Tener al Señor en nuestro corazón es una fuente de poder, autoridad y redención de para nuestra fuerzas.
En Isaías 40: 27 de la versión de la biblia al Día leemos: O Jacob o Israel cómo pueden decir que el Señor no ve sus tribulaciones y no procede con justicia.
Dios está pendiente incluso de nuestras tribulaciones y adversidades. Jesús veía a Pedro y sabía que era un hombre hundiéndose por falta de fe, pero también veía los elementos que influían: el viento y la marea que no cesaban. Dios nos revela que tiene empatía con nosotros, nos comprende y ayuda a superar todo. Jamás se fatiga o desmaya. Isaías pone el ejemplo de un Dios todopoderoso que creó hasta los confines de la tierra y que está atento a todo. En el verso 29 asegura: Él da fuerzas al cansado y extenuado y vigor al débil.
El Señor puede darte nuevos ánimos. Jesucristo es el redentor de nuestras fuerzas. La palabra dice que hasta los mancebos quedan sin aliento y los hombres jóvenes se dan por vencidos pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas. También dice que ascenderán con alas como de águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.
Las alas del águila se sustentan de tal manera que vuelan y no se cansan. Las aves y los aviones vuelan por el principio de sustentación que se logra por la resistencia al aire. Si éste no hiciera resistencia, no habría fricción contra las alas y no podrían volar. Es decir que las situaciones adversas te permiten volar. Toma es principio de sustentación para mejorar tu vida. Todas las cosas adversas serán utilizadas para llevarte a un mejor nivel.
Cierta vez tuve que hacer una negociación bancaria. Todo parecía adverso pero debía resolver un problema para obtener unas cartas de crédito y realizar una inversión muy fuerte. Me dieron la cita para devolverme la papelería, pero yo le creí al Señor esta Palabra y le dije “Señor Tú me dices que las cosas adversas funcionarán a mi favor. Te pido un par de buenas alas para extender”. Las alas dobladas no nos sustentan. Isaías dice que somos como alas de águila que usan la resistencia para bien. Entonces, Dios me permitió culminar la negociación y también lograr que el banco fuera cliente de mi empresa. De lo que parecía malo logré obtener bendición.
Todo depende del ánimo con que veamos las cosas. Hay que entrar con las alas extendidas, como las águilas que además, tienen un ojo muy eficiente. Las cámaras que con “steady” que eliminan la vibración, están basadas en los ojos de las águilas que ven una presa y pueden seguirla aunque cambien de altura y velocidad. Esa capacidad de visión es la que pienso que Isaías quería enseñarnos. Si nosotros tenemos la mirada estable y puesta en el Señor, no nos hundiremos. Las circunstancias, el aire y las olas no se interpondrás porque estaremos enfocados y aunque la turbulencia sea fuerte, mantendremos la vista fija en el Señor. Extiende tus brazos, agarra vuelo. Olvida la actitud de brazos caídos y expresión lastimera.
No te detengas
Salmo 92:10 asegura: Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco.
Tenemos el ejemplo de dos animales con una capacidad extraordinaria. El búfalo saca fuerzas cuando se siente acorralado. Su mayor energía se despliega cuando está en problemas. Es el enemigo número uno de los leones y el único que puede darle pelea porque tiene mucha fuerza. Si no encuentra comida puede recorrer kilómetros nadando aunque es un animal de 1500 libras con pezuñas y sin aletas. Pero cuando tiene hambre, no mide riesgos para encontrar alimento. Pelea y busca, es capaz de cargar casi el doble de su peso. En Asia se le conoce como el tractor del oriente porque puede cargar grandes cantidades de peso y es difícil que pare.
Esta característica me llamó la atención porque nos son como los burros que empecinados, nadie los hace caminar. Por el contrario, al búfalo no le gusta detenerse, por eso le ponen un yugo que lo obliga a parar. Tomemos este ejemplo para que tu energía venga como consecuencia de seguir trabajando. Si quieres renovar tus fuerzas emocionales, no pares. Es diferente a renovar las fuerzas físicas que requieren descanso.
Imagina que Pedro hubiera decidido detenerse y no pedir ayuda, seguramente se hunde, pero Jesús dice “venid a mi todos los que están cansados”. Debemos ir donde Él está. Dios puede renovar las fuerzas de nuestra alma y decirnos que extendamos las alas porque Él nos levantará. No se vale renunciar y dejar la tarea sin concluir.
Apoyo incondicional
El Salmo 46: 1 asegura: Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Jesús nunca dejó a Pedro tragar agua. No tuvo que resucitarlo, sólo tomó su mano y le auxilió. Nosotros tenemos un superhéroe, un Dios todopoderoso, creador de los cielos y la tierra que todo lo tiene y todo lo puede. Él quiere regalarte el don de trabajar, ser exitoso y poder disfrutar del fruto de tu esfuerzo.
Isaías 41: 10 continúa prometiendo: No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Si el Señor lo dijo, es seguro que lo hará. Todo inicia aceptando a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Si no tienes en quién confiar, si te sientes solo y desamparado es porque no conoces al Dios todopoderoso, al que puede acompañarte y ayuda en medio de la adversidad. Él tiene el poder y la autoridad para sustentar cualquier cosa por adversa que sea.
Hagamos una confesión de fe y dile como Isaías: “no temeré”. Recuerda tus temores y deséchalos. Enfrenta el miedo y dile en la cara que no te asusta porque Jesús está contigo Cuando afrontas el temor y te abandonas en Sus brazos, Él te sustenta y dice: “no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo y siempre te ayudaré”.
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