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Sigue caminando

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10 de agosto de 2018

Tiempo de lectura: 3 minutos

Dios motiva nuestra fe para que entendamos que no importa cuánto hayamos vivido en pecado, sino cuánto creemos en Su Palabra. Según el libro de Gálatas, somos justificados por la fe y eso nos posiciona al lado de Dios; pero en Hebreos se hace énfasis en la vida por fe.[1]

Vivimos inconscientemente por fe. Por ejemplo, cuando nos enfermamos vamos al médico por fe: creemos en que ese hombre o mujer estudió seis o siete años para curarnos; nos da una receta con letra ilegible que aceptamos por fe y con la que llegaremos una farmacia ―también con fe― a comprar una medicina. De esta forma vemos gran cantidad de decisiones inconscientes que tomamos por fe.

La fe que utilizamos para nuestra vida cotidiana, también es necesaria para la vida cristiana. ¿Por qué Dios no incluyó a Adán dentro de Hebreos 11? Porque Adán no tuvo que hacer nada por fe; cuando fue creado, ya tenía todo, no tenía nada por qué luchar. La gente usa su fe solo a alcanzar victorias, pero Dios nos pide que también adoremos por fe. Lo primero que hay que hacer por fe es adorar, y lo segundo, aprender a caminar con Dios.

Aunque un día ya no estemos, que siempre se diga de nosotros que por fe hicimos lo mejor. Por el hecho de caminar con Dios, el final de Enoc fue diferente al de los demás.[2] De él no sabemos nada, pero caminó por Dios durante trescientos años; no fue un día o durante una pequeña época. ¿Se puede servirle a Dios por tanto tiempo? Por supuesto que sí. Sabiendo que no todo saldrá perfecto, pero que puedes caminar por fe.

El verdadero testimonio no consiste en comenzar, sino en continuar algo hasta terminar. Seguir creyendo a pesar de las dificultades. Mucha gente se rinde porque no está dispuesta a entender que la carrera de la fe no es de un día, sino de toda la vida.

Mientras caminamos encontramos dificultades y debería preocuparnos cuáles los zapatos usaremos, porque si llevamos los incorrectos podríamos fracasar. Pues, por más cristianos que seamos, siempre tendremos piedras en nuestros zapatos. ¡Y qué difícil es caminar así! Cuando nos sentemos y nos preguntemos para qué seguir, pensemos en lo único que la Biblia nos dice de Enoc: que caminó de la mano de Dios y se fue con Él.

Es imposible avanzar en los caminos de Dios y que los pies no se ensucien; siempre necesitaremos de alguien que nos lave los pies. El cuerpo sufre, pero la única forma de terminar la carrera es con los pies ungidos y Dios trae gente a nuestra vida que ungirá nuestros pies para que sigamos caminando. Yo le doy gracias a Dios por la vida de los pastores Cash y Sonia Luna, porque ellos han ungido mis pies y los de mi familia.

Y si lo único que algún día dicen de mí es que, a pesar de todo, siempre seguí caminando, mi vida habrá valido la pena. Por eso, nunca dejes de agradecer a Dios por la gente que camina contigo y hónralos; ellos te hacen recordar que Dios se ha acordado de ti.


[1] Hebreos 11:1-6: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

[2] Génesis 5:18-24: Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc. Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.

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